Museo del Ladrillo, una grata sorpresa cerca de La Plata
Cristian Sirouyan
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TurismoViajesEscapadasProvincia De Buenos AiresMuseosComo una pálida contracara que resiste contra vientos y olvidos, a un costado de los colores vivos de un hipermercado, la estructura derruída del horno de ladrillos Hoffman exhibe una imagen desmejorada de Ringuelet, un notorio quiebre en el paisaje semiurbano del partido de La Plata. Los misterios que sugiere ese gigante de piedra y chapas a punto de colapsar, sostenido en un frágil equilibrio junto a una chimenea de función imprecisa, se develan a menos de 200 metros de allí.
Restos del centenario horno Hoffman, a pasos del Museo del Ladrillo, en Ringuelet, partido de La Plata.
Del otro lado del cerco que recubre el Museo del Ladrillo, la gesta pionera de la fábrica de ladrillos Ctibor muta del color sepia de las fotos de época a un presente auspicioso, reflejado en cada tramo del relato ofrecido por la fuente más idónea. Aunque no se lo proponga, la voz de Victoria Ctibor -bisnieta del visionario Francisco Ctibor- conmueve y agita las emociones en dosis parejas. Remite a los tiempos fundacionales de La Plata, cuando la iniciativa industrial, lejos de asomar como una actividad incipiente, apenas vislumbraba una utopía.
Aferrado a su título de ingeniero, el primer Ctibor que pisó estas tierras dejó atrás su pueblo natal (Tabor, en República Checa) en 1900, para forjar un futuro posible en Quilmes. Cinco años después se adjudicó una licitación internacional para construir con miles de ladrillos el caño maestro de la red cloacal de La Plata, que se extiende hasta el río por debajo de la avenida 66.
Museo del Ladrillo, en Ringuelet, partido de La Plata.
Entonces, Ringuelet era poco más que un bucólico paraje de chacras y lomadas inhóspitas, donde todo sonido audible y movimiento a la vista se limitaba a la llegada del tren a la estación y la producción de ladrillos, iniciada en la zona por la firma Carbonnier Frers y Portalis en 1882. Esos mojones eran partes de los cimientos periféricos de la ciudad en formación, inaugurada el mismo año por el gobernador Dardo Rocha.
Mientras la nueva urbanización empezaba a hacer pie sin demasiada prisa en un páramo recortado al este por el Río de la Plata, Ctibor imprimió a su fábrica un impulso inmensado para la pampa inhóspita. El espíritu decidido que el empresario arrastraba desde Europa resalta en cada detalle a la manera de marca distintiva en las cinco salas del museo, un módico muestrario del gigantesco complejo plasmado sobre 55 hectáreas.
Una de las salas del Museo del Ladrillo, en Ringuelet, partido de La Plata.
Fotos, documentos, bibliografía, planos, herramientas y máquinas dan cuenta de un ambicioso proyecto industrial que cobijó a 250 trabajadores, favorecidos por la posibilidad de echar raíces en una vivienda decorosa. El sector de Las 20 Piezas estaba destinado para los nativos y el Conventillo bullía con la atmósfera multicultural de los extranjeros, la mano de obra especializada que el propio Francisco Ctibor se ocupaba de seleccionar en el Hotel de los Inmigrantes de Buenos Aires.
Sobre la “tierra negra de calidad superior” -según consta en el anuncio de remate de lotes de Villa Ctibor a principios de los años 50-, el pueblo-factoría disponía de almacén, comisaría y enfermería. En los distintos turnos rotativos, la carga del material era acarreada por zorras tiradas por mulas. El proceso de producción, desde el acopio de tierras arcillosas hasta la cocción definitiva en el horno Hoffman, ocupa la visita a la Sala 3.
Museo del Ladrillo, en Ringuelet, partido de La Plata.
“En el medio se realizaba el desmenuzado, el laminado, el amasado, la extrusión (mezcla de la materia prima) y el cortado. Se llevaba al secadero natural, donde todo dependía del clima. Los ladrillos, huecos y macizos, podían tardar entre dos semanas y un mes y medio en secarse”, explica Victoria Ctibor y destaca el visible contraste con la tecnología moderna: “Hoy, con secaderos artificiales, no hay que esperar más de tres horas”. La guía se vale de ese dato puntual para revelar parte del secreto de Cerámica Ctibor, la versión actual de aquella utopía familiar, cristalizada en las 30 mil toneladas mensuales de ladrillos huecos y portantes, producidos en su planta de Abasto.
Sin embargo, la orgullosa expresión de la mujer -se intuye desde el primer momento- reside en ese pasado de hombres esforzados, capaces de moldear a mano las piezas que todavía sostienen las paredes de los docks de Puerto Madero, el edificio Kavanagh, la Catedral de La Plata, el faro de Cabo Blanco (en Puerto Deseado, Santa Cruz) y la obra hidráulica que recorre el subsuelo platense.
Museo del Ladrillo, en Ringuelet, partido de La Plata.
En medio de la galería exterior del museo, los objetos de descarte de la antigua fábrica recobran sentido en una serie de esculturas creadas por artistas locales. Un destino similiar parece asignado para las vagonetas, carretillas y una locomotora inmovilizadas entre los canteros del jardín. Ni siquiera la más irrelevante de las piezas sueltas parece escapar al ojo atento de la familia Ctibor, decidida a revalorizar el patrimonio heredado del más ilustre de sus antepasados. Más allá, silenciado en el pastizal descolorido, el cuerpo desfalleciente del horno que no se apagaba nunca implora atención para volver a ser.
Museo del Ladrillo, en Ringuelet, partido de La Plata.
Miniguía
Cómo llegar. Desde la ciudad de Buenos Aires hasta el Museo del Ladrillo son 60 km por Autopista a La Plata; dos peajes, $ 40; en La Plata seguir por ruta 11 y av. 32; girar a la derecha por av. 13, que continúa como Camino Centenario o ruta 14; en la calle 514 girar una cuadra hacia la izquierda hasta el N° 1905, entre Camino Centenario y Camino General Belgrano.
Micro Plaza o Costera Metropolitana ramal “Por Camino Centanario” hasta el museo (ubicado entre los hipermercados Walmart y Carrefour), $ 60 ida desde Once o Constitución; desde Retiro, $ 66. El ramal “Por autopista” lleva hasta la Terminal de La Plata; desde ahí, colectivo Línea Oeste ramal 22 ($ 9,75), línea 273, 324 o 414 o micro Costera Metropolitana, Plaza o TALP (línea 338).
Tren Roca desde Constitución hasta Ringuelet (a 12 cuadras del museo), $ 11 ida; con SUBE, $ 5,50. Remís Fast Card para cuatro pasajeros desde la estación de Ringuelet hasta el Museo del Ladrillo, unos $ 80 ida (0221- 484-2166).
Cuánto cuesta. Entrada al Museo del Ladrillo, $ 40.
Dónde informarse. (0221) 484-2384/491-5555/427-1198.
info@museodelladrillo.com.ar / museoshistmlp@gmail.com www.museodelladrillo.com.ar / www.ceramicactibor.com.ar www.cultura.laplata.gov.ar / En Facebook, Museo del Ladrillo.