Marti Noxon: “Las mujeres también pueden comportarse como antihéroes”
Marti Noxon (Los Ángeles, 54 años) empezó a escribir sobre mujeres duras y complejas, esas a las que un inoxidable tópico misógino suele tildar de “difíciles”, mucho antes de que invadieran la ficción televisiva. En el último cambio de milenio, esta guionista impulsó el polémico giro de una exitosa serie para adolescentes, Buffy cazavampiros, hacia un terreno sombrío. Cuando obtuvo el control creativo del proyecto, allá por su sexta temporada, Noxon decidió transformar a su protagonista, postulante al título de novia de América, en una joven depresiva y autodestructiva. Noxon se convirtió entonces en una enemiga pública. “Fue bastante duro, y eso que entonces no había redes sociales”, recordaba en el festival francés Series Mania, donde presidió un jurado en el que figuraban la actriz Julianna Margulies y la novelista Delphine de Vigan.
Casi 20 años después, aquella temporada es vista como el momento decisivo en que las mujeres televisivas dejaron de ser meros estereotipos y conquistaron una posición central. “De todas las series que hemos visto en este festival, solo una tenía a un hombre como protagonista”, se felicitaba esta guionista con aspecto de cheerleader madura. Aun así, Noxon dice que queda mucho camino por recorrer. Para ella, ya no basta con que el personaje principal sea una mujer. “El reto es que se comporte como un antihéroe masculino. Las mujeres también deben poder comportarse así”, opina Noxon, convertida en una de las showrunners más influyentes de la televisión actual, con proyectos como Dietland, UnReal o Heridas abiertas. Si todas ellas encontraron su público, fue por estar protagonizadas por “mujeres que se portaban mal”, afirma su responsable.
Tras el final de Buffy cazavampiros en 2003, Noxon creyó que se iba a comer el mundo. Pero el éxito tardó en llegar. Durante años, encadenó proyectos mediocres y abundantes rechazos. “Me decían que mis personajes no eran agradables, que no caían lo suficientemente bien. Culturalmente, no era algo aceptable”, recuerda. En los últimos tiempos, ha visto cómo aparecía un nuevo espacio para ellos. En parte, el problema era suyo. “Me costó dejar de sentir miedo al fracaso. Por ese motivo, durante mucho tiempo me conformé a la norma y di a la gente lo que creía que querían”, admite Noxon.
Hace 10 años, empezó a orientarse hacia una escritura más personal, justo cuando la televisión, que había dejado de ser la prima pobre del cine, empezaba a “buscar proyectos menos convencionales y voces distintas”. Su inspiración fue su propia biografía, marcada por sus problemas con el alcoholismo y por la anorexia que sufrió de adolescente, que inspiró su debut en el largometraje Hasta los huesos, con Lily Collins y Keanu Reeves, estrenado en Netflix en 2017.
Es difícil encontrar hilos conductores en sus variopintos trabajos. “Diría que suelo hablar de temas sociales para los que busco recipientes distintos. Por eso mi obra es tan variada en términos de género”, responde Noxon. También predomina un retrato de la injusticia en todas sus formas y de esa agresividad sorda tan propia de la cultura estadounidense. “Hablo de una violencia a la que no prestamos atención, porque no siempre es visible”, afirma Noxon, aludiendo a “la forma de hablar a los demás y a nosotros mismos, a la obligación de ser bella y exitosa cuando eres mujer o a las consecuencias de la desigualdad económica” en su país.
El futuro de Noxon está ligado a Netflix, tras firmar un contrato de exclusividad que arrancará con una serie original y la adaptación de un libro. Pese a su posición dominante, no cree que la plataforma sea un monopolio en potencia. “No veo ese peligro, porque cada vez habrá más competencia. Ahí están Amazon y Hulu y pronto llegarán Disney y Apple”, expresa. “Firmé el acuerdo porque me ha costado encontrar el hogar adecuado para mis proyectos. Ahora me ilusiona formar parte de una plataforma que funciona”, confiesa Noxon, dispuesta a sacar partido al segundo acto de su carrera.
Desaprender la televisión
Marti Noxon aprendió de los mejores. El creador de Buffy cazavampiros, Joss Whedon, que le confió las riendas de la serie para las últimas dos temporadas, le enseñó “a contar una historia a largo plazo y a ser generosa con los guionistas”. De Shonda Rhimes, con quien colaboró en Anatomía de Grey y Sin cita previa, asimiló “los diálogos a toda velocidad y la importancia de la representación televisiva” para mujeres y minorías. Pero su auténtico maestro fue Matthew Weiner, quien la fichó como guionista de Mad Men desde su segunda temporada. “Con él desaprendí lo que era la televisión”, afirma su discípula. “Me liberé de la estructura clásica. Fue como escribir prosa. De hecho, leímos mucho a autores como Cheever, Carver y Yates”, recuerda sobre su experiencia en una serie “donde los personajes no aprendían nada, igual que sucede en la vida”.