El legendario Jumbo cumplió 50 años
Que era tan pesado que no levantaría vuelo, que era tan grande que no le alcanzarían las pistas de los aeropuertos, que era tan alto que no se podría abordar... las leyendas sobre el avión comercial más gigantesco que pudiera imaginarse volaban, paradójicamente. Pero se llamaron a silencio el 9 de febrero de 1969, cuando el primer Boeing 747-100 despegaba de Seattle, Estados Unidos, para su vuelo inicial.
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Era, por lejos, el avión de pasajeros más grande que el mundo había visto hasta entonces. Un título que mantuvo por más de tres décadas. Pero el que lo destronó fracasó pronto: el Airbus A380 deja de fabricarse. Y ahora la posta de mayor tamaño será otro Boeing: el 777X. Eso sí, ningún otro avión marcó tanto la historia de la aviación comercial como el B747, el “Jumbo”.
El Jumbo sigue volando todos los días a Ezeiza de la mano de Lufhtansa, que cubre la ruta Frankfurt-Buenos Aires con un B747-8.
A 50 años de aquel primer vuelo, la ya legendaria aeronave, en una versión más moderna, claro -de 2012-, sigue volando a la Argentina de la mano de Lufthansa: el vuelo diario LH511 Buenos Aires-Frankfurt parte todos los días a las 18.05 desde Ezeiza en un Boeing 747-8.
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Foto de familia. El Boeing 747 duplicaba el tamaño del Boeing 707, hasta entonces el mayor avión de pasajeros.
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Un proyecto gigantesco
La historia del Jumbo comenzó en marzo de 1964, cuando la Fuerza Aérea de Estados Unidos buscaba un avión de carga que pudiera transportar 52 toneladas a distancias de 8.000 kilómetros, que fuera tan amplio como para cargar un tanque y que tuviera rampas de entrada y salida en la parte frontal y trasera.
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Aunque ganó la propuesta de Lockheed Martin, el proyecto que elaboró Boeing terminó por dar vida al avión comercial más famoso. El prototipo se aunó con el pedido que había hecho el gerente de la aerolínea Pan Am, Juan Trippe, de contar con un “super avión” que duplicara los 190 asientos del Boeing 707, entonces el mayor avión de pasajeros, para reducir costos y responder a la creciente demanda. El 747 se diseñó con capacidad para transportar a más de 550 pasajeros.
El bautismo del gigante, en el aeropuerto de Washington y de la mano de la Primera Dama de Estados Unidos, Pat Nixon,
Todo en su desarrollo fue gigantesco: el avión era tan grande (70,6 metros de largo por 59 de ancho y 19 de alto) que Boeing tuvo que empezar construyendo un hangar gigante, el mayor del mundo, para poder ensamblarlo. Los gastos también eran enormes, por lo que la compañía recurrió a créditos de al menos siete bancos.
El cock pit de uno de los primeros 747.
El 15 de enero de 1970 en el aeropuerto Dulles de Washington, la entonces Primera Dama de los Estados Unidos, Pat Nixon, bautizó el primer 747 de la aerolínea Pan Am. Entró en servicio siete días después: el 22 de enero de 1970, un Jumbo de Pan Am voló por primera vez con pasajeros entre Nueva York y Londres.
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Cada modelo del 747 costaba US$ 24 millones (unos 155 millones de dólares de 2018) y en 1971 llegó la segunda versión, para menos combustible y más equipaje: el 747-200, con motores más potentes y capacidad para despegar con más peso. Con el éxito, a partir de mediados de la década de 1970, volar en un Jumbo empezó a ser sinónimo de lujo. En 1980 se lanzó el 747-300, y en 1988, el más exitoso de la serie: el 747-400, que lograba una autonomía de 14.200 km con máxima carga. Muchos 747-400 aún siguen volando en el mundo.
Pan Am. Volar en un Jumbo los 70 era todo un lujo.
A Europa y Latinoamérica
No le llevó mucho comenzar a conquistar los cielos del mundo. A Europa llegó rápido: el número 12 en la producción fue entregado a Lufthansa el 9 de marzo de 1970, con el registro "D-ABYA", o “Yankee Alpha”, como se lo llamaba en la compañía. Hizo su primer vuelo el 26 de abril de 1970 en la ruta Frankfurt-Nueva York.
En marzo de 1970 llegó a Europa.
Para que el nuevo avión pudiera operar, la compañía tuvo que adaptarse a sus dimensiones y peso: modificó los puentes de embarque de pasajeros y puso en funcionamiento tractores especiales, camiones elevadores para la cocina y camiones cisterna para el combustible, que se desarrollaron en el aeropuerto de Frankfurt, donde también se construyó un hangar de 27.000 m2 con espacio para hasta seis Jumbos. Además, hubo que incrementar la cantidad de mostradores en la sala de check-in.
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“La emoción de los pasajeros y la tripulación fue inmensa. No sorprende, considerando que había un bar en el salón de First Class en la cubierta superior del avión”, recuerdan desde la compañía.
El Jumbo llegó a la Argentina en diciembre de 1976, y comenzó a volar en enero de 1977.
En Latinoamérica, Aerolíneas Argentinas fue la primera empresa en incorporarlos a su flota. De los 13 que compró o alquiló la empresa, el primero llegó en diciembre de 1976 con matrícula LV-LZD, y el 6 de enero de 1977 inauguró un servicio semanal sobre la ruta Ezeiza - Río de Janerio - Madrid - Roma y Frankfurt. El jumbo llegó a ser todo un símbolo de Aerolíneas: en junio de 1980 realizó el primer vuelo transpolar para unir la Argentina con Auckland (Nueva Zelanda) y Sidney (Australia). Hace 7 años, en febrero de 2012, Aerolíneas hacía su último vuelo Madrid-Buenos Aires con un B747-400, cerrando un ciclo en la empresa.
El último 747 de Aerolíneas en el aeropuerto de Barajas, Madrid, en 2012.
Hasta el día de hoy, la “joroba” (cubierta superior), que alberga una cabina en el piso superior, sigue siendo el sello distintivo del B747. Su silueta ha dado forma a la era del jet y sigue siendo un icono de estilo para muchos amantes de la aviación.
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Después de que Lufthansa también operara sus modelos sucesores (el 747-200 y 747-400), la compañía fue la primera del mundo en recibir, en mayo de 2012, al primer “nieto” del Jumbo Jet, el 747-8. “Es una moderna aeronave que opera desde octubre de 2014 vuelos diarios desde y hacia Frankfurt, con una capacidad total para 364 pasajeros. "Nuestro 747-8i tiene una configuración de 244 asientos en Economy Class, 32 en Premium Economy, 80 en Business y 8 en First Class, lo que nos convierte en la única línea aérea europea con First Class, y la línea con la Business Class más grande”, comenta Luis Monreal, director general de Lufthansa Group.
Un 747 de la colombiana Avianca.
Y agrega que esta moderna versión del 747 consume “poco más de tres litros de combustible por pasajero a lo largo de 100 kilómetros y tiene un 30% menos de emisiones de ruido que su antecesor”. Al igual que el primer avión 747 de la empresa, hace casi 50 años, este 747-8 también se llama “Yankee Alpha”.
No eran pocos los que vaticinaban que el Jumbo se volvería obsoleto después de que se vendieran 400 unidades, pero nuevamente tapó las críticas: hasta julio de 2018 se habían construido 1.546 aviones, con 22 todavía por entregar, de la versión 747-8.
Vivió mucho más tiempo y fue mucho más exitoso de lo que vaticinaban sus críticos. ¿Sabrá reinventarse?
Y aunque su futuro no parece muy prometedor, tampoco tan terrible como para anunciar su próxima desaparición, como sí sucedió con quien le quitó el trono de tamaño: el Airbus A380. Aún quedan muchos Jumbos en vuelo y otros por entregar, aunque eso sí, los expertos señalan que poco a poco se irá convirtiendo en un avión exclusivamente de carga. De hecho, se prevé que en 2020 la mayor parte de los que se construyan se destinará a ese fin.
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Sería el fin de una época para los pasajeros. En Estados Unidos ya hay vuelos para nostálgicos, en Jumbos y con azafatas vestidas como en 1970. En Europa hubo arquitectos, pilotos y escritores que, fascinados con la imponente arquitectura del jet, lo compararon con la catedral Notre Dame de París y el Partenón de Atenas.
Los Boeing 787, 757 o el nuevo 777 que se avecina, u otros como el Airbus A350, aviones más ágiles, livianos y adaptados a las necesidades actuales, irán tomando su lugar. Pero ¿alguno logrará convertirse en leyenda en los libros y en los corazones de tantos viajeros, como lo hizo el Jumbo?