Aretha Franklin y la película que nadie puede ver sobre el disco que todos han escuchado
Con más de dos millones de copias, es el disco más vendido en la carrera de la reina del soul y del género góspel en directo de la historia. Los expertos afirman que en este Amazing Grace, convertido en un incunable de su discografía como prueban los mencionados hitos, Aretha Franklin “canalizaba el Espíritu Santo” a través de su voz. Pero al virtuosismo musical del álbum le acompaña una agria polémica, que dura ya más de 45 años y que se extenderá más allá del fallecimiento de la cantante este pasado 16 de agosto. Desde 2011, un filme que ha rescatado del olvido y restaurado más de 20 horas de imágenes inéditas de las jornadas de grabación del disco intenta ser exhibido cada temporada en los mejores festivales del mundo. Sus responsables se encontraron con la rotunda negativa de su protagonista, que llevó el caso hasta los tribunales y a quien ni la medición del mismísimo Robert De Niro logró convencer. Los motivos de su oposición serán ahora una incógnita jamás resuelta. Esta es la historia de la joya documental que no puede ser estrenada.
En enero de 1972, una Aretha Franklin que estrenaba su estatus de estrella musical se disponía a grabar un nuevo álbum góspel –el tercero en directo– en la iglesia bautista New Temple Missionary de Los Ángeles. Warner Bros, consciente del potencial comercial que atesoraba la cantante de Memphis de tan solo 29 años, decidió documentar lo que allí sucediera y lanzarlo como acompañamiento de doble sesión de algún filme del género blaxploitation, el mejor recibido por el público afroamericano en aquel tiempo. El estudio encargó la tarea a un cineasta poco conocido pero de gran proyección, honorado ya con una nominación al Óscar por Danzad, danzad, malditos. El director Sydney Pollack registró más de 20 horas de material de aquellas dos noches, en las que Aretha se rodea de un coro y un público entregado. Entre los asistentes, un admirador de renombre, el líder de The Rolling Stones, Mick Jagger. Los vinilos originales de este histórico álbum, doble disco de platino, venían acompañados de un recordatorio sobre el inminente estreno del filme en las salas. La promesa nunca fue cumplida. Un flagrante error del cineasta, del que solo fue consciente cuando ya era tarde para rectificar, hundió el proyecto. Pollack olvidó utilizar una claqueta que sincronizara el sonido y la imagen recogida por la cámara. Como resultado, el primer documental musical mudo.
Después de meses de trabajo, apenas se lograron recomponer unos pocos minutos de canciones usables y sincronizadas con los labios de la cantante. William Steinkamp, editor de confianza de Pollack en aquel tiempo, lo recuerda como “un auténtico rompecabezas”. Warner Bros decidió enterrar el proyecto y sus protagonistas pasaron página. Amazing Grace batió récords de ventas sin el filme, el cineasta firmó clásicos como Tootsie o Memorias de África (que le otorgó el Óscar) y Franklin continuó cimentando su enorme leyenda. 40 años después, un productor obsesionado con este documental perdido, Alan Elliott, se puso en contacto con Pollack para conseguir los negativos. El director, enfermo de cáncer terminal, accedió a la petición pocos meses antes de su fallecimiento en 2008 y este hipotecó su casa para comprarle las cintas a Warner Bros. Elliot se sirvió de la tecnología digital para restaurar el filme y sincronizar con éxito el audio y la imagen. Incluso se lanzó un tráiler. En 2015, los prestigiosos festivales de Toronto y Telluride anunciaron el estreno de Amazing Grace en sus respectivas programaciones y Rolling Stone calificó el lanzamiento como “uno de los más esperados de la temporada”. Algunos hablaban de una rotunda candidata al Óscar. No contaban con que Aretha Franklin les impediría saber si estaban en lo cierto.
Cuatro años antes, conocedores de que alguien había adquirido los negativos del filme, los abogados de Franklin demandaron a Elliot por el uso indebido de su imagen. La disputa se resolvió sin llegar a los tribunales. Cuando se anunció su lanzamiento masivo, sendas órdenes judiciales frenaron el estreno mundial de la cinta por “violar los derechos intelectuales e invadir la privacidad” de la cantante, apenas unas horas antes de su proyección y estableciendo un precedente censor que algunos críticos tildaron como “peligroso”. Varios editoriales cargaron contra la estrella y contra el juez que dictaminó en su favor, con titulares como “No hay R.E.S.P.E.T.O. por la primera enmienda”; estableciendo un juego de palabras con el gran éxito. Franklin se mostró satisfecha ante su victoria judicial, afirmando que “la justicia, el respeto y lo que es correcto habían prevalecido”. La intérprete sostenía que su prohibición no estaba relacionada con la calidad del filme, que había visto y “le gustaba”. Fuentes cercanas filtraron que su negativa escondía la reclamación de un pago cercano a los 800.000 euros por derechos de imagen. En 2016, Billboard publicó que el mismísimo Robert De Niro se puso en contacto con ella para convencerla de estrenar Amazing Grace en el festival de Tribeca, promovido por el actor. El mismo artículo sostiene que un estudio había puesto sobre la mesa “una oferta multimillonaria” para hacerse con los derechos de distribución del documental, por lo que la teoría del desacuerdo en cuanto a la retribución económica de Franklin parece carecer también de fundamento.
Siete años después de su restauración, sigue sorprendiendo la férrea voluntad de la reina del soul, teniendo en cuenta que hablamos de un contenido meramente musical, libre, a priori, de cualquier escena turbia o que interpele a la vida íntima de su protagonista. Las últimas noticias sobre Amazing Grace coparon los titulares en agosto de 2017, cuando un artículo de Variety aseguraba que los responsables de Telluride continuaban dejando “la puerta abierta” al estreno de tan dilatado proyecto. “Su deseo de que no sea enseñada es tan intenso que no creo que ninguno de nosotros lo entienda del todo”, declaró Julie Huntsinger, directora ejecutiva del certamen. “Creo que si hubiera una razón que la gente comprendiera mejor sería más fácil librar una batalla. Pero existe un profundo deseo de que no ocurra, así que prefiero respetar sus deseos. Es una lástima, pero es ella, es su vida. Tengo que respetarlo”. Ahora solo los herederos de Franklin tienen la decisión sobre si proyectar o no Amazing Grace, la película que nadie puede ver sobre el disco que todos han escuchado.