Amy Winehouse también fue una mujer feliz

Amy Winehouse también fue una mujer feliz

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Detrás del inconfundible cardado, los tatuajes y el agresivo eyeliner de Amy Winehouse (1983-2011), la reina del soul fallecida hace siete años, se escondía una mujer sensible, extremadamente vulnerable, que deseaba alejarse de sus adicciones y de la persecución mediática para disfrutar en secreto de la playa y de charlas íntimas con uno de sus grandes amigos: el fotógrafo Blake Wood. La imagen que ha quedado para el recuerdo es la de una vida pública que los tabloides retransmitieron en directo, plagada de apariciones completamente intoxicada, declaraciones explosivas y con el colofón del famoso concierto de Belgrado, el último —poco más de un mes antes de su muerte—, en el que Winehouse apenas pudo titubear, entre abucheos, unas palabras inaudibles.

Pero había otra cara. Su amigo Blake Wood fue uno de los pocos en conocer la sensibilidad que escondía la poderosa imagen de Winehouse, la misma que interrumpió a Bono de U2 durante su discurso en los premios Q Music Awards con un “cállate, me importa una mierda lo que dices”. Viajando por Londres, París o Santa Lucía, el fotógrafo capturó con su Polaroid momentos privados de la artista, cuya faceta más alegre, oculta hasta ahora, sale a la luz por primera vez. El libro Amy Winehouse by Blake Wood, editado por Taschen, recoge 85 fotografías en blanco y negro, la mayoría inéditas. Fueron tomadas entre 2008 y 2009, uno de los periodos más oscuros de la cantante. 2008 fue el año más devastador, con detenciones por posesión de drogas, una pelea a puñetazos con un fan en un concierto y la separación de su polémico marido Blake Fielder-Civil, con quien se casó unos meses antes, en mayo de 2007. Sus peleas y reconciliaciones, entre crack, heroína y alcohol, llenaron los tabloides. La espiral destructiva continuó con la entrada de Fielder-Civil en la cárcel, desde donde pidió el divorcio, firmado en 2009. Winehouse siempre mantuvo que fue el amor de su vida.

1541610980_531146_1541612903_sumario_normal.jpgampliar foto La catante en una imagen inédita publicada en el libro 'Amy Winehouse by Blake Wood'.

Sorprende que en ese momento de adicciones, trastornos alimentarios y depresión, la joven fuera retratada sonriente y natural, sobria, con el pelo al viento, jugueteando con la arena y montando a caballo. Esa confianza solo la tuvo con Blake Wood, solo a él dejó fotografiarla, sabiendo que no escondía malas intenciones ni buscaba, como muchos otros, inmortalizar sus desgracias. Con él encontraba la paz. La amistad entre ellos fue casi inmediata. Se conocieron en enero de 2008 en Londres, cuando él aspiraba a ser fotógrafo y ella era ya era una artista reconocida, protagonista de una fama desconocida desde los Beatles. El libro cuenta que la británica nunca actuó como una estrella, sino con ternura, conmovida por la historia de Wood, que pasaba un mal momento tras una ruptura amorosa. Ella le apoyó, le cantó la canción Some Unholy War, y le acarició el pelo hasta que se durmió. Se hicieron inseparables.

1541610980_531146_1541612969_sumario_normal.jpgampliar foto Portada del libro son fotografías inéditas de Amy Winehouse.

Pronto el fotógrafo vio cómo Winehouse “vivía prisionera” e intentó alejarla de su apartamento del barrio londinense de Candem, donde los paparazis habían acampado, para que se sintiera libre y se alejara de los excesos. La acompañó a rehabilitación —“no fue fácil”— y celebró su éxito en los premios Grammy de 2008, una edición apoteósica en la que la cantante batió récords. Ganó cinco, uno de ellos a mejor canción del año por Rehab, la historia rebelde, contada en primera persona, de una mujer que se refugia en el alcohol para superar una ruptura y se niega a ir a rehabilitación.

Cuando todos temían su final, que tardó tres años en llegar, Winehouse y Wood se refugiaban temporadas en la isla de Santa Lucía, su cobijo y el escenario donde se sintió a salvo. “Hubo momentos increíblemente brillantes en medio de todo el caos y eso es lo que veo en estas imágenes”, explica en el libro el autor de las fotos más personales nunca vistas de la cantante. Nadaban, tomaban el sol, jugaban con columpios, hacían yoga, y Winehouse vivía con él una transformación física y mental. Se ve una Amy sana, fuerte, alegre, que disfruta de la naturaleza y bromea con su amigo. “Quiero demostrar que no todo fue tan malo en esos años, hubo momentos buenos y divertidos, y quiero mostrar de una manera que nadie había visto jamás cómo capturé su belleza al natural. Ella no sabía lo hermosa que era. Intenté decírselo”, añade.

1541610980_531146_1541613028_sumario_normal.jpgampliar foto La catante en una imagen inédita publicada en el libro 'Amy Winehouse by Blake Wood'.

La favorita de Wood es la captura de Winehouse en una silla de playa tomando el sol semidesnuda. “Era raro para mí verla de esa manera, sobria y tranquila, simplemente sintiéndose bien y cómoda en su propia piel. Irradiaba energía”, recuerda. El fotógrafo cuenta que soñaban con el futuro. “Íbamos a hacer un viaje por Estados Unidos. Ella me dijo: ‘Nos reiremos en nuestras mecedoras algún día”. Todo se truncó un 23 de julio de 2011 por un consumo letal de vodka que quebró la vida de Winehouse a los 27 años, una edad maldita, y la convirtió en leyenda. A través de sus fotografías, Wood quiere que todos descubran a la persona que él conoció y aprecien “esa luz, esa luz brillante y amorosa” que solo unos pocos pudieron ver en Amy Winehouse.

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