Un día de campo en San Andrés de Giles

Un día de campo en San Andrés de Giles

La amable invitación de Melina Espil se vislumbra más que interesante. “Les recomiendo ir a San Andrés de Giles para conocer la plaza San Martín, probar los salames y quesos de la fábrica de chacinados La Vasquita y charlar con la gente en el bar Rivero”, propone la camarera de Estancia Chica. Pero no será nada sencillo salir a recorrer los 6 kilómetros que separan la casa del campo del centro del pueblo y desandar ese itinerario sugerido por una vecina arraigada sin titubeos a su pago.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Un rato antes, la propia anfitriona y sus siete compañeros se habían encargado de ofrendar la bienvenida a los visitantes con una vuelta de empanadas. Fue el prometedor primer paso del día de campo, que dejó a los visitantes clavados como estacas allí donde fueron convidados: en las sillas del parque, el borde de la pileta, el sector de juegos infantiles o el sendero recto que atraviesa el Bosque de Loros, un rincón de sombras largas y trinos agudos que bajan de diez eucaliptos para cortejar a los que caminan hasta la granja o se detienen ante la intimidante presencia del espantapájaros que protege la huerta.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Pareciera que ese manjar relleno con carne reúne una pizca de cada uno de los mejores sabores del campo. Con el último bocado todavía instalado en el paladar, la campanada del asador anuncia el inminente comienzo del almuerzo. El potente sonido sale disparado hacia el horizonte de parcelas sembradas como una señal inequívoca para que el salón principal se llene de comensales algo ansiosos, que llegan a las corridas desde las canchas de fútbol 6 y de tejo, la mesa de ping pong, el metegol, la tienda de productos regionales improvisada en una antigua caballeriza, las sombrillas de paja que rodean las dos piscinas, las hamacas o el tobogán.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Una mujer de gafas, pareo multicolor y peinado impecable y su hija adolescente quedan relegadas. Acaban de trepar del estribo al asiento del sulky que conduce Ever Tapella y el paseo por el campo atraviesa su mejor tramo: un pastizal copado por el aroma a menta, donde el carrero aporta lo suyo al momento placentero. Convida mate con cedrón de la huerta a sus pasajeras e invita a sumarse a la charla con mateada al experimentado jinete Federico Torres, a cargo de los seis caballos de paseo.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Madre e hija llegan por fin al comedor cuando ya resulta una quimera toparse con alguna mesa libre. Delante de sus miradas de frustración van y vienen las fuentes cargadas de bondiola, chorizo, jamón, queso, berenjena al escabeche, morrón agridulce, salame y morcilla. Pero nada está perdido. El dueño de casa, Federico Guazzardi, sale a escena en el momento oportuno para ofrecer un lugar privilegiado a las mujeres rezagadas. A la sombra de una glicina que recubre una pérgola les espera una mesa servida con todas las piezas de la entrada, mientras la brisa de la arboleda dispensa la atmósfera fresca que reclama el mediodía sofocante.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Asado a fuego lento Los ventanales abiertos del asador exhiben los movimientos de Claudio Leonelli, que distribuye las últimas brasas sobre el fuego crepitante, para que el costillar y el vacío alcancen su mejor punto de cocción. La faena del parrillero, secundado por su padre Andrés Leonelli, empezó poco después de las 7, entre mugidos y cantos de gallos, con la selección de leña de mora, eucalipto y ligustro antes del corte al medio de la bondiola para quitarle el jugo. Llevan siete horas de trabajo sin levantar la vista del asador al momento de distribuir en las fuentes las porciones de bondiola de cerdo, tira de asado y pollo, con la misma energía que mostraban al encender el fuego lento, a las 9 en punto.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Después del postre, el clima denso del verano no sugiere más que una larga sobremesa coronada por una siesta en el parque. Pero varias cuestiones quedaron pendientes y el postre es el disparador que catapulta a la mayoría hacia la cancha de fútbol, el metegol, el ping pong, el tejo, el sapo y el balero. Otros apuntan hacia el bosque, decididos a resistir el embate del sol sumergidos en la pileta hasta la hora de la merienda.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Las bandejas desbordados de pastelitos, tortas fritas e infusiones empujan esta vez a los huéspedes hacia la galería exterior de Estancia Chica y el repertorio musical del dúo Los Romero -de San Andrés de Giles-, que discurría como mera melodía de fondo para acompañar el atardecer, pasa a ocupar un lugar central a partir de la antológica versión en guitarra a dos manos de “El cóndor pasa”. Ya se sabe que el final, que todavía no se vislumbra, será acorde con esta jornada plena de satisfacciones.

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Miniguía

Cómo llegar. Desde Buenos Aires hasta Estancia Chica son 109 kilómetros por Acceso Oeste hasta Luján y ruta 7; tres peajes, $ 161; en hora pico, $ 185.

Micro 57 Atlántida desde Once hasta Luján, $ 105,20 ida; desde Palermo, $ 125.

Tren Sarmiento desde Once hasta Luján con trasbordo en Moreno, $ 35,75 ida; con SUBE, $ 20,75.

Colectivo 276 Isleña Metropolitana de Luján a Estancia Chica, $ 42,50.

Combi Fabe Bus desde Plaza Italia hasta San Andrés de Giles, $ 330 (www.fabebus.com.ar). Remís 25 de Mayo para 4 pasajeros desde ahí hasta Estancia Chica, $ 130 a $ 150 (02325- 443-525).

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Estancia Chica, en San Andrés de Giles.

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Cuánto cuesta. Empanadas, picada, asado, postre, bebidas sin alcohol, café, merienda, pileta, paseos a caballo y en sulky y show folclórico, $ 1.100; de 3 a 10 años, $ 550.

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Qué hacer. La visita a Estancia Chica se puede combinar con un paseo por el casco histórico de San Andrés de Giles (a 6 km). El circuito podría incluir la estación de tren (de fines del siglo XIX), la Posta de Figueroa, la casa del ex presidente Héctor J. Cámpora, la plaza Constitución con la Estatua de la Libertad y la parroquia San Andrés Apóstol. Otra opción interesante son los pueblos rurales Cucullú, Villa Espil, Villa Ruiz, Franklin y Azcuénaga. También conviene agendarse los Corsos de Carnaval en San Andrés de Giles: del 22 al 24 de febrero habrá desfiles de murgas, comparsas, carrozas, conjuntos de máscaras y colectividades. Más información, en www.sanandresdegiles.gob.ar Dónde alojarse Posada Las Moras: habitación doble con desayuno, wi-fi, cochera y TV cable, $ 1.400; triple, $ 1.600; para 4, $ 1.800; p/5, $ 2.100 (02325- 440-841 / 02325- 15410982).

En Villa Ruiz, hotel de campo La Casona Italiana: habitación doble con desayuno, TVcable, pileta, wi-fi y frigobar, $ 3.200; triple, $ 4.000; para 4, $ 5.000 (153-2141713 / www.lacasonaitaliana.com).

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Dónde informarse. (156) 6842381 / (156) 6594177.

info@estanciachica.com / www.estanciachica.com

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