Un ACV le sacudió la vida cuando tenía 15 años pero no logró tirarlo
“Escuchar esas palabras fue una de las cosas más dolorosas de mi vida. Yo ya no quería vivir, prácticamente sentía que la vida se me había terminado, a pesar de que solo tenía 15 años. Mi familia estuvo y está siempre conmigo, siempre fuimos muy unidos y mis amigos también estuvieron muy presentes pese a que yo estaba en un rotundo no. Sin embargo, en un momento me dije a mi mismo que no me podía quedar en donde estaba, que tenía que salir adelante y así fue. Además, fui conociendo otra gente que estaba en peores condiciones que yo y me asombraba la mirada hacia la vida que ellos tenían. Entonces, empecé a pensar y a sentir de otra manera”.
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Triste, angustiado y desesperanzado. Así se sentía Hugo Lemus (25) cuando en su primera salida tras sufrir un ACV su médico le dijo que ya no iba a volver a jugar al fútbol, su gran pasión. Venía de estar seis meses postrado en su cama, luego de haber pasado 60 días en coma durante los últimos meses del 2008.
Pasión por el fútbol
Desde los 13 años que Hugo jugaba al fútbol en las divisiones inferiores de Vélez y, como la mayoría de los niños, soñaba con llegar a la Selección. El fútbol era su gran pasión. Pero además practicaba otros deportes como vóley, básquet, handball y sóftbol.
Representar al país fue una de sus más lindas experiencias, cuenta.
La tarde del accidente estaba en el cumpleaños de un compañero del colegio, que había organizado un partido en una cancha de 9. “Sentía que los pasaba muy rápido en velocidad a mis amigos, pero a la vez estaba muy cansado. Sin embargo, seguí jugando. Después, comí un pancho, tomé un vaso de gaseosa y nos pusimos a jugar al fútbol tenis. Para ese entonces seguía con esa sensación de cansancio y de agotamiento y tenía muy seca la boca y la lenguda”, recuerda Hugo.
En ese momento le envió un mensaje a un profesor de Vélez en el que le decía lo mal que se encontraba y le pedía que, por favor, lo fuera a buscar o que llamara a su papá. Sentía que su brazo izquierdo se le aflojaba y en ese instante se desmayó. Cuando llegó la ambulancia se despertó, luego se volvió a desmayar y empezó a convulsionar.
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Un camino de descubrimiento
Cuando llegó a un hospital de Las Heras (donde vivía) volvió a convulsionar y lo tuvieron que derivar de urgencias a otro en General Rodríguez donde permaneció dos meses en coma. Luego fue trasladado a una clínica privada en Martín Coronado donde lo operaron del cerebro.
“No me acuerdo cómo fue que desperté del coma, pero recuerdo que estaba en Terapia Intensiva y que no podía mover los ojos ni me podía mover. Una vez que me dieron el alta tuve que seguir la rehabilitación en mi casa. Lo más frustrante fue que caminaba ocho pasos y me tenía que volver a acostar. En ese momento me empecé a dar cuenta de que no iba a poder volver a jugar al fútbol”.
El lanzamiento de bala y de disco son las disciplinas que aprendió a jugar luego de sufrir un ACV.
Apesadumbrado, se sentía mal física y mentalmente. Sin embargo, en una de las sesiones de kinesiología conoció a Juan Carlos, un hombre mayor que al igual que él había sufrido un ACV hacía un tiempo y también era deportista. “Me decía que tirara para adelante, que no bajara los brazos, que con el tiempo me iba a poner bien”, rememora. Evidentemente, ese fue el empujón que necesitaba para volver a conectarse con la vida.
A un año del ACV volvió a jugar a la pelota con sus amigos, en forma muy tranquila, sin presiones ni exigencias, aunque sus padres no querían saber nada con esa decisión. En ese momento Hugo se sintió “el hombre más feliz del mundo” por haber pisado nuevamente una cancha de fútbol. Y de a poquito fue tomando más confianza. Nunca estuvo solo. Detrás suyo lo acompañaban sus padres, sus hermanos y sus amigos que no paraban de alentarlo y de apoyarlo.
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El deporte, el gran receptor de sueños
El encargado de deportes de Las Heras le recomendó que fuera a practicar otras disciplinas a Marcos Paz junto a otras personas con dificultades motrices. En ese momento él solo pensaba en jugar al fútbol, aunque uno de los entrenadores le propuso probar un deporte que nunca había practicado: lanzamiento de bala.
En 2015 participó en un torneo en Toronto (Canadá) y en 2016 se presentó en los pre-paralímpicos de Río de Janeiro. Finalmente, en 2017 se consagró campeón argentino.
A medida que comenzó a entrenar se fue motivando cada vez más; y en el 2009 ganó la medalla de oro en los Juegos Bonaerenses realizados en Mar del Plata. Sin embargo, seguía sin estar muy entusiasmado con esta disciplina hasta que dos entrenadores que lo habían visto competir lo invitaron para que fuera a entrenar al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) para que se formara de lleno en el mundo del atletismo. La idea era que pudiera formar parte de la selección argentina de personas con dificultades motrices.
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Un atleta paralímpico
De esa forma, a finales del 2011, empezó a entrenar en el CENARD. Al principio iba solamente los miércoles pero a medida que desarrollaba sus condiciones le fueron agregando días hasta que los entrenamientos se hicieron de lunes a viernes. Su primer torneo importante fueron los Juegos Odesur en Chile en 2014 donde ganó medallas de bronce en lanzamiento de bala y de disco. “A partir de ese momento me empezó a gustar el atletismo. Dejé todo de lado. Representar a mi país fue algo muy lindo”, se emociona.
Ese mismo año también estuvo compitiendo en Fortaleza (Brasil), de donde se trajo una medalla de bronce en bala. En 2015 participó en un torneo en Toronto (Canadá) y en 2016 se presentó en los pre-paralímpicos de Río de Janeiro.
Lemus ganó dos medallas de bronce en los Juegos Odesur en Chile en 2014.
En 2017 se consagró campeón argentino, lo que lo clasificaba para competir en el mundial de ese año. Sin embargo, “por razones políticas”, según denuncia, dejaron de pagarle la beca. Entonces, tomó una drástica decisión: abandonar el atletismo.
Necesitaba tener su propio dinero. Juntó a su familia y les dijo que iba a dejar de entrenar para poder trabajar. Al principio se desempeñó en el centro de monitoreo de Las Heras y actualmente lo hace en un dormidero de camiones.
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Fe, familia y el fútbol que nunca se va
“Todo en la vida pasa por algo, hay que saber superarlo y encontrarle la vuelta. Yo soy muy creyente en Dios y eso me ayudó en esos tiempos difíciles por los que tuve que atravesar. Siempre le dije a Dios que me diera una mano para poder superarme y asumir lo que me pasó. Tengo medio cuerpo paralizado pero ahora el pie lo puedo mover bien, la mano me cuesta un poco más pero saco lo bueno y digo que tengo un trabajo fijo, que no me falta dinero, que estoy bien, tengo vida, tengo salud, tengo una novia hermosa (Carolina) que siempre me estuvo acompañando en los momentos difíciles”.
Junto a su novia, Carolina, que siempre estuvo a su lado en los momentos difíciles
Hugo se siente pleno, muy querido por su familia y por sus amigos y por el amor incondicional que le brinda su novia con quien sale desde hace un año y dos meses. Sin embargo, tiene un sueño pendiente y está convencido que en algún momento lo va a lograr. “Yo quiero ponerme la camiseta de la selección argentina de fútbol 7, quiero llegar a jugar y que mi viejo esté muy feliz de ese logro y que lo recuerde para toda la vida”, se ilusiona.
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Para finalizar, Hugo desea transmitirle un mensaje a aquellas personas que se encuentran transitando momentos adversos. “Todo pasa por algo pero hay que saber sobrepasarlo y entender qué es en lo que la vida nos pone a prueba. No hay límites para lograr lo que uno tiene ganas de hacer, el límite lo pone uno. Lo más importante es tener salud y vida”.
RR