Se vende marihuana a cambio de lecciones vitales

Se vende marihuana a cambio de lecciones vitales

Apenas una semana después de que se emitiera el último capítulo de la tercera temporada de High Maintenance, la serie de HBO que narra las desventuras de un camello de marihuana en Nueva York y que es uno de los mayores éxitos de la programación de la cadena estadounidense, se anunció su renovación para una nueva temporada. Si se tiene en cuenta que la última frase de una de las escenas que cierran el último episodio incluía el propio título de la serie y que toda esta tercera temporada ha girado alrededor de la muerte y la soledad, resultaba plausible que aquel final fuera el gran final. "Me encanta la mierda oscura. Soy la reina del final triste. No tengo ningún problema con acabar las cosas así, aunque siempre me gusta hallar la manera de que ese final triste deje al espectador cierta esperanza con la vida", declaraba hace unos días Katja Blichfeld, creadora de la serie junto a su exmarido Ben Sinclair, a la revista estadounidense Vulture.

High Maintenance nació en 2010 como una serie de breves clips que se emitían por Vimeo. Sinclair y Blichfeld, entonces marido y mujer, fueron fichados por HBO para convertir aquellos sketches en capítulos y aquellos capítulos en una serie atípica en la que el foco se fijaba en personajes distintos cada episodio. El protagonista, ese camello interpretado por el propio Sinclair que reparte marihuana en bicicleta por Nueva York, era una figura sin nombre (El Tío) que servía para abrir las puertas de las casas, los individuos y las historias que articulaban la dislocada pero tremendamente atractiva naturaleza de la serie, a medio camino entre Wes Anderson y Jim Jarmusch, entre Paul Auster y David Sedaris. "De golpe, teníamos dinero. Pasé de cocinar el desayuno para el equipo a un día escuchar cómo durante el rodaje un tipo que no sabía yo ni qué hacía ahí hablaba por el walkie talkie informando a no sé quién de que yo salía del set a fumar", recordaba Sinclair al final de la segunda temporada. El último capítulo de aquella entrega desvelaba que El Tío tenía una exesposa que le había dejado para irse a vivir con otra mujer. Eso mismo iba a suceder en la relación entre Sinclair y Blichfeld. Ya nada iba a ser igual. Ni en la serie, ni es sus vidas.

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Para aquella segunda temporada, HBO les propuso tener por primera vez un equipo de guionistas. "Insistimos en fichar gente experimentada pero también a novatos", explicaba entonces Sinclair en una entrevista. "Cuando nos pasaban ideas, jamás queríamos saber quién las había escrito. Eso sí, nos enseñaron cosas como qué es eso del arco dramático". Curiosamente, esta segunda temporada, con Blichfeld y Sinclair al mando de un verdadero equipo de escritura, es la que más guiños contiene a su atribulada vida personal. La pareja se rompió la noche de 2016 en que Donald Trump ganó las elecciones, y un episodio de esta temporada se sitúa justo en esa noche, que se trata como una especie de apocalipsis zombie. En otro capítulo, uno en el que no aparece Sinclair en los créditos como guionista, se desarrolla la historia del camello con la mujer que le dejó por otra mujer, coincidiendo con un accidente que sufre con su bicicleta en acto de servicio y que le obliga a externalizar su negocio una temporada. Lo deja en manos de un cliente que conduce un Uber. "¿De verdad quieres que los clientes bajen al coche? Si lo más divertido es subir a sus casas", comenta Sinclair en la escena que explica toda la serie.

"Me empecé a poner un poco paranoico con que la gente pensara que la serie era solo mía. Íbamos en el metro con Katja, me saludaban y lo primero que hacía era señalarla a ella y explicar que la serie la hacíamos los dos", comentaba Ben hace un año a la revista Nylon. Su personaje, a media que ha avanzado la serie, ha ido ganando protagonismo. Siguen apareciendo periodistas arribistas obsesionadas con los selfies, doctores que son drag queens, ancianos enganchados a las raves diurnas o nudistas que comparten piso con señoras trastornadas, pero el camello ha ganado peso, sobre todo, desde el último capítulo de la segunda temporada, cuando huye de Nueva York a bordo de una vieja autocaravana. En la recién concluida tercera temporada vuelve a la ciudad. La caravana se estropea. Y es allí, en un destartalado taller, donde sucede esa falsamente premonitoria penúltima escena. "La caravana es un símbolo", contaba recientemente Blichfeld en una entrevista compartida con Sinclair. "Es un trasto que representa el lado más falso del sueño americano y que gasta mucho en gasolina", remataba él. La pareja se lleva estupendamente. De hecho, siguen haciendo lo mismo que cuando estaban casados. Excepto dos cosas: fumar hierba y acostarse.

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