¿Sabías que en Brasil también hay un "Valle de la Luna"?

¿Sabías que en Brasil también hay un "Valle de la Luna"?

24/09/2018 - 9:23

Clarin.comviajes

Las rocas de colores grisáceos y extrañas formas, erosionadas por arroyos con pequeñas cascadas y que forman lagunas donde darse un buen chapuzón, le dan al lugar un aire extraterrestre. O al menos lunar, y justamente por eso lo bautizaron, previsiblemente, Vale da Lua, que en portugués quiere decir Valle de la Luna.

En el estado de Goiás, unos 250 km al norte de Brasilia, capital de Brasil, y junto al enorme Parque Nacional Chapada dos Veadeiros, es un valle rocoso que se formó hace más de 600 millones años por la acción sobre las rocas del viento, la lluvia, el calor y sobre todo las aguas del río São Miguel, que recorre aproximadamente un kilómetro en la zona, formando una serie de pozos, piscinas naturales, cuevas y grietas.

Este valle rocoso se formó hace más de 600 millones años (Getty Images)

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El agua forma grietas, arroyos, cascadas y grandes pozones (Getty Images).

Aunque está lejos de las grandes ciudades de Brasil, llegar es sencillo, ya que muy cerca pasa la ruta GO-239 y solo hay que recorrer un sendero de unos 900 metros desde el estacionamiento. En el lugar, además de “caminar en la luna” y disfrutar del paisaje, se puede tomar sol, relajarse y darse un buen chapuzón en alguna de las piscinas naturales. El paseo es en general muy seguro y no requiere de guías, aunque no se puede visitar en días lluviosos, por riesgo de inundaciones.

El Vale da Lua está al lado del Parque Nacional de Chapada dos Veadeiros, creado en 1961 en Alto Paraíso de Goiás para proteger una porción de la selva brasileña, y que fue declarado Patrimonio Natural por la Unesco.

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Un chapuzón refrescante en medio del camino (Getty Images)

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Se puede recorrer por cuenta propia, aunque no en días lluviosos (Getty Images).

Con casi 66 mil hectáreas, el parque tiene como principales atracciones sus cascadas, como la de Prata y la de Santa Bárbara. También sus distintos senderos, que van desde poco más de 200 metros hasta más de 20 kilómetros, para caminar en el corazón de la naturaleza, entre una gran variedad de aves: periquitos, tucanes, guacamayas azules, entre otras.

 También se pueden ver armadillos, ciervos o jaguares, entre otras especies típicas del “cerrado”, uno de los ecosistemas tropicales más antiguos y diversos del mundo.

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