Qué cuentan los sueños de nuestros secretos
Los sueños son una puerta abierta al inconsciente.
17/10/2018 - 10:25
Clarin.comBuena Vida
“Soñé que comía muchas papas fritas con palitos, caramelos y leche chocolatada. Estaba en la cama grande de papá y mamá con mis perros, mis amiguitos y mi abuelo me contaba todos los cuentos que yo quería. ¡Está genial ese sueño!”
Panzada de placeres, el mejor de los mundos, pasen y vean la cabecita de este pequeño de cinco años que relata un momento mágico que su fantasía le regala.
No hace falta mucho arte para entender que este es un sueño primario, en donde los deseos más evidentes, más conscientes y manifiestos, se cumplen todos juntos y casi con empacho.
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, planteaba como una de las funciones del sueño la de la simple realización de deseos.
Uno de los ejemplos famosos es el de la niña que quiere comer frutillas durante el día, su madre se lo niega y sueña por la noche que encuentra una canastita repleta de esa fruta.
Los sueños infantiles suelen ser más sencillos de descifrar que los de los adultos. La maquinaria onírica es mucho más compleja que poner de manifiesto nuestros deseos más evidentes. Por eso, hablar de los sueños es quizás uno de los temas más vastos sobre los que se podría escribir.
Los grandes filósofos de la historia de la humanidad, los más excelsos pensadores han dedicado años de elucubración a este tema. Ya en la Biblia se hablaba de los sueños como premoniciones.
Es que en un mundo donde el ser humano se jacta de ser quien domina las especies, quien tiene el saber absoluto; el sistema psíquico pone en jaque la omnipotencia del hombre.
No sabemos desde dónde opera nuestra mente.
No podemos ubicar lo inconsciente.
Nos desafía, nos desconcierta y nos provoca todo el tiempo, y qué maravilla que así sea porque a través de él podemos conocer mucho más de nosotros mismos.
El trabajo apasionante de los analistas es “desenmascarar” el contenido latente de los sueños.
Los sueños nos dicen respecto de nuestro sentir, nuestro desear, de nuestros miedos, y fantasías más recónditas.
Los sueños son la gran caja negra del ser humano. Podemos tratar de entender (y esto se logra en primera instancia solamente a través de lo procesos terapéuticos) qué nos dicen los sueños, qué mensajes ocultos hay en estas botellas que flotan en el mar de nuestro mundo anímico y nos convocan para guiar nuestro devenir.
Todo está guardado en la memoria
Conocemos las carreteras por donde circula la sangre dentro de nuestro cuerpo, dónde se gesta cada una de las sustancias que nos hacen vivir como vivimos, conocemos cómo se transmite la electricidad en el cerebro, cómo funciona la máquina perfecta de nuestro corazón.
Pero hay un mundo desconocido dentro nuestro, existe un universo tan complejo como maravilloso en algún lugar de nuestro ser.
“¿Dónde está el inconsciente, Ale?”, me preguntaba un pequeño intrigado por la existencia de este lugar misterioso.
La misma pregunta se han realizado científicos, filósofos, y no hay respuesta cierta, el inconsciente está en nosotros, dentro nuestro, desde el nacimiento ( y antes también), hasta nuestra muerte.
Para entender cómo funciona nuestro aparato psíquico usemos la siguiente metáfora. Imaginemos el mundo anímico como una gran biblioteca. Los estantes más accesibles forman lo consciente, aquella información que tenemos fresca en nuestra memoria (los datos de los que disponemos en forma inmediata, los nombres, caras y circunstancias de nuestros seres más queridos, familia, amigos, vecinos, nuestro trabajo), en definitiva el primer anillo de nuestro mundo.
Un segundo módulo son las cosas y los datos que están “casi" al alcance de la mano pero para los que tenemos que estirarnos un poco. Como si se cayera el control remoto bajo la cama, está allí pero requiere para ser atrapado un esfuerzo de elongación. En el caso de la información que está en el preconsciente, el esfuerzo será de memoria. Incluye el menú de la cena de hace dos días, la ropa que llevaba puesta nuestro amigo al que visitamos anteayer, quiénes fueron a la fiesta del fin de semana pasado.
Y llegamos al tercer sector de esta gran biblioteca, la gran estrella de esta historia: el inconsciente. Les pido aquí que imaginemos un mundo laberíntico, recovecos secretos, puertas escondidas, portales maravillosos. Charlie y la fábrica de Chocolate (y sus Oompa Loompa), Harry Potter, mundos fantásticos, sótanos, terrazas maravillosas, todo coexiste de manera genial y absurda, con una lógica compleja propia de este mundo interior, resultado de la singularidad y el devenir personal.
Los recuerdos infantiles, los hechos más dolorosos de nuestra historia que por preservación pasan a ser reprimidos y son enviados al más profundo de los reservorios.
Un mundo mágico, señal de que hemos vivido, eso es el incosciente, gran director (como en el cine) de estos fenómenos que son los sueños.
Sueños que no nos darán la solución a nuestros padecimientos, pero sí algunas pistas para entenderlo y así poder conocernos genuinamente.
Cada sueño es un mundo aparte
No se trata de la interpretación lineal de los sueños, cada sueño es en el contexto de un soñante.
Viajando en taxi, en reunión de amigos, más de una vez quienes se dan por enterados de nuestra profesión nos dicen: ¿Sabés que soñé con murciélagos que me perseguían? ¿Qué querrá decir?
La respuesta, depende… De la historia de quien la sueña, del momento particular de su vida.
Un sueño tiene sentido dentro del contexto de la vida de quien lo gesta, y en el marco de un proceso analítico podrá ser develado.
No hay tales equivalencias que conforman esa especie de “diccionario de los sueños” en donde a cada cosa soñada corresponde a un significado preciso y particular.
Existen, por supuesto, estructuras oníricas sencillas como quien sueña con persecuciones como consecuencia directa de haber sufrido un robo en los últimos días. Estamos en presencia en ese caso de sueños post traumáticos que dan cuenta de un intento de elaboración del sufrimiento vivido.
Pero no siempre son tan lineales. Por lo contrario, son de una complejidad increíblemente enmarañada.
Es tentador en este mundo en el que precisamos respuestas inmediatas querer encontrar fundamentos a los enigmas que a veces el gran mundo anímico y de los sueños nos propone.
Pero resistamos ese impulso y evitemos dar respuestas fáciles y erróneas a la producción de nuestras mentes. El riesgo es perder material valioso, casi arqueológico, de nuestro mundo más secreto.
Es eso, podemos ser arqueólogos de nosotros mismos si somos pacientes y podemos esperar entender lo que allí está a la espera de ser develado.
La cocina de los sueños
Como si fuera una receta de cocina (y claro que esta que lejísimos de serlo), es fundamental entender cómo es el proceso de construcción del material onírico, esto es, qué es lo que el gran web master del aparato psíquico toma y mezcla a la hora de configurar guión y formato de cada uno de los sueños que soñamos.
Soñamos cada vez que dormimos. La gente suele afirmar “hoy no soñé nada”. El punto es que olvidamos los sueños no bien entramos en contacto con la realidad, no bien pasamos del sueño a la vigilia después de un estado intermedio que se denomina “duermevela”.
“Los sueños se diluyen con la primer orina de la mañana”, solía decir un querido profesor de la facultad. Por eso es importante poder rescatar el material apenas abrimos los ojos si queremos luego trabajar sobre él para encontrarle algún sentido.
Cada vez que cerramos la conciencia, soltamos el “control" del mundo externo para sumergirnos en los brazos de Morfeo y entonces se encienden las luces de un gran cine en el que se proyectan fragmentos de nuestro mundo anímico.
¿Los ingredientes?
-Restos diurnos: percepciones aparentemente sin sentido que tenemos durante el día y son incluidas en el material de lo que soñamos.
-Fragmentos de nuestra memoria, recuerdos. Desde los más recientes hasta los más primitivos.
Y muchas veces recuerdos que son encubiertos. El inconsciente se mueve por dos grandes mecanismos: condensación y desplazamiento. Mezcla y combina rostros, historias, situaciones, fechas, lugares, momentos.
“Soñé con mi tía pero no era su cara. Sin embargo era ella.”
“Estaba en la casa de mi infancia , yo sabía que era esa pero no era la misma.”
Estos mecanismos enmascaran el contenido latente de los sueños, y el trabajo apasionante de los analistas es “desenmascarar” para así entender los procesos anímicos de los soñantes.
El inconsciente se nutre de nuestros miedos, nuestras fantasías más secretas (aún para nosotros mismos), nuestros dolores más profundos.
A través del sueño se elabora lo sufrido, se supera lo vivido de forma penosa por los individuos y también se intenta dar respuesta a nuestros fantasmas más temidos.
Los sueños nos muestran una parte oculta de nuestro universo, nos dicen cosas de nosotros que no sabemos.
Los sueños nos muestran una parte oculta de nuestro universo, nos dicen cosas de nosotros que no sabemos.
Soñamos lo pendiente, soñamos lo que deseamos, soñamos lo que nos atormenta, y en el sueño aquello que no podemos resolver aparece en el “guión” de manera muchas veces tormentosa.
El sueño como reparador
“Sueño todas las noches que me persiguen dos hombres enmascarados por un callejón oscuro. Me despierto siempre en el mismo momento, un segundo antes de que me atrapen.”
Esta muchacha me trae este relato una y otra vez, no aparece significado alguno a esta pesadilla recurrente que la atormenta y le genera un espantoso miedo a la hora de tener que dormirse cada noche.
Un día me llama, a la noche, sobresaltada, y me cuenta que hablando con su madre de este sueño ella le cuenta un secreto familiar. Su madre había sido abusada toda su infancia por dos tíos paternos en la casa de campo en donde vivían.
Saberes no sabidos, historias percibidas pero jamás contadas. Parece magia, no lo es. Así funciona la mente, “todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia”. Desde ese descubrimiento, pudo dejar de soñar esa pesadilla y sus noches comenzaron a ser lo que tenían que ser.
Lo que desde el terror la perseguía se volvió información que pudo ella manejar y así recuperar el control que había perdido a causa del ocultamiento de su madre. La razón le da sentido al infierno tan sufrido.
La mente es muy poderosa y generosa al mismo tiempo ya que nos nos da señales para entenderla.
***
Una mujer de 80 años me relata conmovida cómo sueña repetidamente a su amado esposo muerto a causa de una triste enfermedad hace muchos años atrás. Sueña y sueña bello.
“Sueño que caminamos por la playa, sueño que me toma la mano, sueño con todas las cosas que nos hacían felices. Él está pleno, sano como en sus mejores épocas. Y cada vez que me despierto es como si hubiera vivido realmente otro momento mágico con él, las primeras veces era triste al tomar contacto con el mundo externo pero ahora. Aunque sea me acompaña dentro mío, me viene a visitar desde algún lado mientras duermo.”
Elabora esta mujer el suceso más doloroso de su vida a través del soñar. Lo que durante años eran pesadillas con su marido enfermo, muriendo, hoy se transformó en un bálsamo reparador. Los sueños también, de alguna manera curan.
***
“Qué lindo que es soñar
Soñar no cuesta nada
Soñar y nada más
Con los ojos abiertos
Qué lindo que es soñar
Y no te cuesta nada más que tiempo”
(Kevin Johansen)
Enhamed Enahmed, nadador no vidente español decía hace unos meses en un reportaje que recomiendo que todos vean: “No todo es cuestión de vista, en realidad es cuestión de visión. Os deseo que tengáis una grandísima visión de vuestras vidas”.
Podemos soñar dormidos, y tratar de estar atentos a lo que nuestros sueños nos dicen, podemos soñar despiertos. Y más bien diría, debemos hacerlo; no cuesta nada y solo nos lleva un poco más de tiempo.
Les deseo los mejores sueños, con ojos cerrados, con ojos abiertos… ¡Suerte en la tarea!
*Alejandro Schujman es psicólogo especializado en familias. Director de Escuela para padres. Autor de Generación Ni-Ni, Es no porque yo lo digo y coautor de Padres a la obra.