Ocho experiencias únicas en los Parques Nacionales
En pareja, con amigos, en soledad, con chicos. Los Parques Nacionales pueden ser una oportunidad para bajar los decibeles, escuchar nuestra voz interna y conectarnos sin wifi.
La naturaleza puede ayudarnos a poner el foco en los sentidos adormecidos, crispados y/o saturados; tomar conciencia de los beneficios de hacer respiraciones profundas; desperezarnos y ponernos en movimiento, buscando un equilibrio entre cuerpo y mente.
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Con las limitaciones que conlleva el armado de una lista y sin dejar de remarcar que todas las áreas protegidas de Argentina merecen una visita, Viajes tiene 8 propuestas para sonreír más al regresar a la rutina.
1. A la luz de la luna en Talampaya
Caminatas a la luz de la luna llena en Talampaya, La Rioja (APN).
En las noches de luna llena riojanas, los viajeros que visiten el Parque Nacional Talampaya, pueden anotarse en una experiencia única: realizar una caminata bajo la luz de la luna.
Dirigido a visitantes de todas las edades, este paseo nocturno dura unas tres horas y ofrece la posibilidad de observar la flora y la fauna de estas tierras que hace millones de años habitaban los dinosaurios.
El recorrido atraviesa el majestuoso circuito del Cañón de Talampaya, desde la Base Choique hasta el Jardín Botánico, para admirar el desierto de enormes paredones rojizos que se pierden en el horizonte, fundiéndose con el cielo.
Para tener en cuenta: la excursión se realiza los cinco días centrales de la fase de luna llena (plenilunio) y está sujeta a las condiciones climáticas.
2. Cóndores en las sierras cordobesas
En el PN Quebrada del Condorito (Córdoba) se puede hacer avistaje de cóndores con sus crías (APN).
En la Pampa de Achala, en el Camino de las Altas Cumbres, el Parque Nacional Quebrada del Condorito se encuentra a 55 km de Carlos Paz, en Córdoba.
Una vez que se realiza el registro en el Centro de Visitantes, se accede al sendero peatonal que conduce hasta el Balcón Norte de la Quebrada, donde se llega a ver a los cóndores con sus crías.
Se permite el acampe libre en dos sectores del noreste (Cañada y Pampa Pajosa, cerca del Balcón Norte) y en La Trinidad, vecina a la seccional de guardaparques.
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Todos los lugares para acampar son agrestes, sin servicios y está prohibido hacer fuego.
3. La fauna grande de Corrientes
Los Esteros del Iberá correntinos son parte del último Parque Nacional terrestre.
El Parque Nacional Mburucuyá permite conectar con la naturaleza apenas se atraviesa la entrada. Rumbo al Centro Operativo, la ruta 86 cruza los Pastizales de Santa María, donde suele avistarse el yetapá de collar, un ave con una cola que llega a 31 cm.
Además, en esta zona, el arroyo Portillo atrae a carpinchos, yacarés negros y tortugas de agua.
Los senderos Che Roga y Yatay -que parten desde el Centro de Informes- ofrecen encuentros con la fauna de Mburucuyá. El primero brinda la posibilidad de conocer montes poblados por corzuelas y monos carayá, mientras que el otro conduce al muelle que atraviesa las aguas del Estero Santa Lucía, donde se observan garzas, cigüeñas, gaviotines, lobitos de río y ciervos de los pantanos.
La valiosa fauna del PN Mburucuyá, en Corrientes.
Conviene ir entre abril y octubre; el verano es muy húmedo y caluroso.
También en Corrientes, la biodiversidad está presente en el flamante Parque Nacional Iberá, una de las áreas protegidas de mayor riqueza de la Argentina.
Los Esteros, además de representar uno de los humedales más importantes, albergan especies con un frágil estado de conservación, como el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas, el aguará guazú y una amplia variedad de aves.
Todos los accesos son libres y gratuitos y se recomienda contactarse con las oficinas de informes turísticos de cada localidad de referencia antes de ingresar: Ituzaingó para el portal Cambyretá, Carlos Pellegrini para Laguna Iberá y San Miguel para San Nicolás.
Cada uno ofrece múltiples alternativas para entrar en contacto con este ambiente de pastizales y lagunas.
La biodiversidad del Parque Nacional Iberá, en Corrientes (Gabriel Pecot).
4. Senderismo en Chubut y Neuquén
Entre volcanes, ventisqueros y lagos emerge la selva valdiviana del Parque Nacional Lago Puelo, en la provincia de Chubut.
En el área recreativa, que ocupa la cabecera norte del espejo de agua, se puede disfrutar de una de las pocas playas arenosas de la región. Y también abordar las 14 estaciones del sendero de interpretación “Bosque de las sombras”, un recorrido de 400 metros autoguiado y de baja dificultad.
En Lago Puelo, en Chubut, se practica senderismo (APN).
Desde aquí parten tres sendas pedestres imperdibles. La primera trepa unos 150 km hasta el Mirador del Lago (800 metros, dificultad media), mientras que la segunda recorre el Pitranto Grande (850 metros, dificultad baja).
Por último, es posible realizar el camino que llega hasta Los Hitos, sobre la frontera con Chile, donde se ven los rápidos del río Puelo (8 horas entre ida y vuelta, de dificultad media, con posibilidad de pernoctar en el campamento libre del arroyo Las Lágrimas).
Una postal del Parque Nacional Lanín, en Neuquén (APN).
Otra opción saludable para practicar senderismo es la que ofrece el Parque Nacional Lanín, en la provincia de Neuquén. No sólo conserva más de 400 mil hectáreas de bosques patagónicos, estepa y altos Andes, sino que ofrece a los viajeros más de 80 sendas para disfrutar.
Algunas conducen al lago Paimún, la Cascada El Saltillo y las Termas de Lahuen-Có, un punto ideal para observar el mejor perfil del volcán Lanín.
Otros caminos que se pueden recorrer se encuentran en la zona del lago Ñorquinco, cuyas aguas están rodeadas por laderas cubiertas de pehuenes, ñires, lengas y coihues. Desde la casa del guardaparque, un sendero pedestre lleva a la Cascadita de la seccional y, 5 km más allá, a la Cascada Coloco. La mejor época para ir coincide con el final de primavera, el verano y los primeros días del otoño.
Un dato importante: respetar el registro gratuito y obligatorio, tanto antes de iniciar la travesía como al finalizarla. Este trámite, que se realiza en las Oficina de Informes, permite conocer datos fundamentales para la seguridad de los senderistas.
5. En bici por El Palmar
La bicicleta es una buena opción para recorrer el PN El Palmar, en Entre Ríos (Pablo Bianchi).
En esta área protegida del Litoral, los senderos son custodiados por cientos de palmeras de yatay. En bicicleta se puede visitar el arroyo de Los Loros, donde se bañan carpinchos y lobitos de río, y un mirador permite apreciar el contraste entre el paisaje natural y los campos aledaños.
Un prestador de servicios organiza travesías de hasta 14 ciclistas por el Parque Nacional El Palmar, en Entre Ríos.
6. Acampe en Santa Cruz
El Parque Nacional Perito Moreno protege el cerro San Lorenzo, la segunda cima más alta de la Patagonia conocida como “el Everest argentino”.
Entre la primavera y el otoño se puede acampar en el PN Perito Moreno (APN).
En su mirador se puede acampar, o bien pasar la noche en un refugio con capacidad para albergar hasta seis personas. La senda para llegar hasta ese punto demanda unas 4 horas de caminata.
Otros sectores de acampe son el lago Burmeister y El Rincón -ambas a 16 km del centro operativo Onelli- y sobre el lago Belgrano, la estancia La Oriental tiene hospedaje y camping.
¿Cuándo? Desde fines de la primavera hasta principios del otoño.
En San Juan, El Leoncito alberga dos observatorios astronómicos (APN).
7. Ver estrellas en San Juan
Uno de los cielos estrellados más impactantes cubre el Parque Nacional El Leoncito, al sudoeste de San Juan.
Parque Nacional El Leoncito, San Juan.
De cara al valle de Calingasta, este oasis en el desierto conserva una muestra representativa de ambientes como el monte, la Puna y los altos Andes, contribuyendo al mantenimiento de un cielo diáfano, limpio y con casi 300 noches despejadas al año.
Con condiciones ideales para la observación de estrellas, gran amplitud térmica y alto índice de luminosidad, sobre el macizo cordillerano resaltan dos complejos astronómicos, que abren al público mediante visitas guiadas.
8. Navegar hacia el Alerzal Milenario
En el Parque Nacional Los Alerces se destaca el Alerce Abuelo (APN).
Se trata de un paseo por las aguas turquesas que bañan el Parque Nacional Los Alerces, en Chubut, para contemplar los cordones montañosos que las bordean y llegar al bosque más antiguo de América del Sur.
Desde Puerto Chucao se navega el lago Menéndez hasta el Puerto Sagrario, y comienza una caminata de 2 km con dificultad media. Junto al lago Cisne y los rápidos del río se ven alerces jóvenes -tienen centenares de años- para que al final aparezca el imponente Alerzal Milenario. Aquí se destaca el Alerce Abuelo: tiene 2.620 años, 60 metros de alto y más de 2 metros de diámetro.
Se recomienda llevar abrigo y calzado cómodo. Aunque en verano se realizan con mayor frecuencia, las salidas se mantienen todo el año. En cualquier época son memorables.