Álvaro Soler, el vecino de al lado
No tiene el aspecto habitual de una estrella musical latina, y lo sabe “soy como el vecino de al lado”, dice. Es guapo pero no guapísimo, “y no voy vestido muy cool”, reconoce. En los inicios de su carrera sí pensó en su imagen “y creía que debía construir un personaje de mí mismo, vestir más guay y cosas así, pero todo fue tan rápido y el público me aceptaba tal y como soy que ya no pensé más, la gente aceptó que fuese normal, como si ya hubiese visto muchos que no lo son”, reconoce. Con más aspecto de yerno deseado que de malote asilvestrado, sin tatuaje alguno, “en Alemania e Italia no se entiende un músico sin llevarlos”, Álvaro Soler (Barcelona 1.991) es ahora mismo uno de los artistas más populares en Europa, donde triunfa sin paliativos en mercados como el alemán, italiano, austríaco, suizo o francés. También en España, donde La Cintura es una de las candidatas a canción de este tórrido verano. La historia de Álvaro nos habla de los tiempos actuales.
“Acabé la carrera con 22 años y para trabajar de lo que quería, diseño de automóviles, nos pedían tres años de experiencia. Tenía el gusanillo de la música y acababa de firmar como autor para una editorial musical, así que pensé que igual tenía talento, y me di dos años para comprobarlo. Si en ese tiempo me ganaba la vida como músico sería músico, pero no estaba dispuesto a pasarme la vida tocando en bares, yo quería una vida estable para mantener una familia y para eso ya tenía mi carrera. Y salió bien” Hace unos años este pragmatismo se hubiese ocultado en la bohemia vida de una estrella de la música, hoy es un activo natural en Álvaro Soler, afincado en Berlín para lanzar desde allí una carrera en castellano como artista latino. “Desde España me hubiese costado mucho más y no hubiese tenido el éxito que tengo en Europa”, afirma este hijo de alemán y de española con raíces belgas que vivió en Tokio entre los 10 y 17 años: “soy hijo de mi tiempo y allí conocí a gente mucho más cosmopolita que yo, a mi edad ya habían vivido en tres o cuatro países. Lo cierto es que este tipo de personas son, somos, más abiertos de mente y adaptables que quienes han vivido en un solo lugar”.
Ese no creer por decreto en la verdad porque se ha visto más de una, esa distancia e ironía que comporta la vida en tránsito tiene parte de responsabilidad en La Cintura, adelanto del segundo disco de Álvaro, Mar de Colores y éxito de este verano en Europa con millones de escuchas y decenas de reconocimientos. Lejos de narrar las campañas sexuales de un semental latino sudando testosterona bajo sus tatuajes tribales, el tema habla de la incapacidad de su protagonista, el propio Álvaro, para bailar decentemente: “sobre un sampler de guitarra, metí la palabra cintura para probar la melodía y maqueté la canción. Al principio pensé en no usar el concepto cintura, yo no soy Shakira para tener de protagonista a una cintura, no voy a poder representarla, pensé. Más tarde vi que no abundan las canciones en las que se hable de que uno no sabe bailar. Creí que si transmitía bien esta idea podía funcionar, y lo ha hecho. Estoy hablando de una inseguridad que tengo, y que no debe limitarme para pasarlo bien. Mi equipo de Alemania no lo veía claro, los alemanes se lo toman todo muy en serio, pero ya ves, ha funcionado”.
Curiosamente, una letra que dice “mi cintura choca con mi cultura”, es uno de los hits bailables de este verano. Cosas veredes. Y no es reguetón. “No es lo mío”, dice Álvaro, quien sitúa su música en un punto intermedio entre el pop y el reguetón. Toma de nuevo La Cintura como ejemplo, “una pieza que tiene cosas de reguetón sin serlo, porque tiene mucho acento pop”. Habiendo colaborado con Jennifer López en El mismo sol, se lo pidió ella ante su oceánico asombro, con la popularidad asentada ya en Europa, España incluida, donde ya hace más conciertos que hace un par de años, Latinoamérica y Estados Unidos son la próxima frontera “exceptuando casos muy llamativos como el de Rosalía, que ha entrado directamente en Estados Unidos, allí tienen tanto de todo que es muy difícil hacerte un hueco. Nosotros lo vamos a intentar a través de Latinoamérica, donde has de estar mucho tiempo para hacerte un mercado, para luego ir subiendo a Estados Unidos. El remix que hemos hecho con Flo Rida y TINI está yendo muy bien y ayuda que los propios norteamericanos estén más abiertos a otras músicas que hace unos años”.
Siendo La Cintura una canción del verano, cabe preguntarse por la idea que tiene Álvaro sobre este género: “siempre se considera prejuiciosamente que son canciones pensadas con la única intención de ganar dinero sin necesidad de apelar a la calidad. Son prejuicios, creo que son canciones que forman parte de las experiencias que se viven en verano, que es cuando se viaja y cuando se comparte más tiempo con la familia, con los seres queridos, y si se escuchan unas canciones esas entrarán a formar parte de esos recuerdos estivales. Es verdad que durante tiempo se cultivó el éxito fácil y comercial para vender. Y hay artistas que parecían trabajar solo para eso, pero se pueden hacer buenas canciones comerciales que expliquen algo”, asegura Álvaro. Para acabar afirma que más que famoso siente formar parte de “una especie de experimento psicológico, pues nadie que conozco ha vivido lo que he vivido yo estos últimos tres años y nadie me puede decir cómo irá, o qué puedo esperar del futuro, o cómo se capea la vida sin popularidad una vez la has tenido. De momento no echo de menos que la gente me reconozca por la calle sino que me sigue sorprendiendo que lo hagan”. El vecino de al lado ya es el vecino de Europa.