La Venecia más esplendorosa en un lujoso museo

La Venecia más esplendorosa en un lujoso museo

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El vaporetto de la Línea 1 navega las aguas del Gran Canal de Venecia -en el norte de Italia- y se detiene en el distrito de Dorsoduro, en el muelle de una antigua mansión, el Palazzo Rezzonico. Siempre hay turistas y curiosos que bajan, para visitar los tres pisos y la veintena de salas del “Ca´Rezzonico” terminadas en 1758, obra del arquitecto Baldassarre Longhena (el maestro del barroco veneciano y autor de la Basilica de la Salute) y su colega Giorgio Massari. Se sabe que el poeta inglés Robert Browning vivió allí en 1887 y luego el músico estadounidense Cole Porter, en 1926.

El salón de baile, en el primer piso del Palacio Ca' Rezzonico, como lo denominan los venecianos.

Lo cierto es que desde 1936 el “Ca’ Rezzonico” es un museo dedicado a reconstruir en sus salones la vida cotidiana en aquella Venecia inolvidable del siglo XVIII, la ciudad del aventurero y escritor Giacomo Casanova, del músico Antonio Vivaldi, el autor teatral Carlo Goldoni, el escultor Antonio Canova, el pintor Giovanni Antonio Canal (el célebre “Canaletto”) y sus colegas Francesco Guardi, Pietro Longhi, Giambattista Tiepolo y su hijo Giandomenico Tiepolo.

El Portego, uno de los salones del palacio Rezzonico.

Aquel siglo XVIII fue el último en la historia de Venecia como una república independiente. La conquistó Napoleón Bonaparte en 1797 y por primera vez tropas extranjeras desfilaron en la Piazza San Marco. Napoleón la cedió a Austria y luego, en el siglo XIX, la ciudad se integraría al nuevo reino de Italia.

 Aquel siglo fue a la vez una época de esplendor cultural e inevitable decadencia política. En esa Venecia de apenas 140.000 habitantes estables, había 17 teatros. La primera sala de ópera abierta al público común funcionaba desde 1637, para ella escribió óperas Claudio Monteverdi. Venecia era célebre por sus coros musicales y cantantes, sus conciertos en iglesias y conventos, sus editores e impresores, sus luthiers, actores y escenógrafos. Como anota el historiador Frederic Lane en su “Historia de Venecia”, la ciudad también era famosa por sus casinos privados y cafés.

La escalera de honor que lleva al primer piso del Palacio Rezzonico, en Venecia (Italia).

En 1638 se abrió en Venecia el primer casino público de Europa, era el Ridotto di San Moisé ubicado en el Palazzo Dandolo, entre su clientela estaba Casanova y el pintor Guardi, que retrató los salones del casino. Alrededor de la Piazza San Marco había más de diez cafés, por caso, el Florian data de 1720. Esa Venecia dieciochesca tenía fama de ser la ciudad europea más alegre y contradictoria. Su fiesta mayor era el Carnaval, donde hombres y mujeres usaban máscaras y disfraces en las calles y salones. Las “Memorias” de Casanova relataron algo de todo aquello y crearon otro mito local.

La Sala del Trono, en el Palacio Rezzonico, en Venecia (Italia).

Pero además, Venecia era parte del “Grand Tour” europeo para los viajeros aristocráticos. Era la ciudad que un caballero debía visitar para educarse en la cultura heredera de la antigüedad clásica, el medioevo y el Renacimiento. Pensadores y poetas como Montesquieu y Goethe amaban esa ciudad, gobernada por un patriciado que tenía sus autoridades principales en la persona del Dogo de Venecia y los miembros del Consejo Mayor. Uno de estos patricios venecianos era Giambattista Rezzonico, que inauguró su palacio en el año 1758 para celebrar el nombramiento de su hijo Carlo, elegido papa en Roma con el nombre de Clemente XIII.

El palacio Rezzonico cambió de dueño varias veces porque la familia original, sin herederos, se extinguió en 1810. Pero los muebles, lámparas, pinturas y tantos otros objetos que hoy se pueden ver en sus salones son el tesoro salvado de muchos otros palacios dieciochescos.

La sala del Palacio Rezzonico dedicada al pintor Pietro Longhi, que describió la vida cotidiana en la Venecia del siglo XVIII.

El primer arquitecto constructor del edificio, Longhena, logró hacer sobre el agua un palacio barroco de tres pisos que no tenía nada que envidiar a los de tierra firme. Desde la “puerta del agua” y el muelle se accede a un patio interno luminoso y muy escenográfico, que lleva hacia los jardines de atrás y la “puerta de tierra”. En esta planta baja, más allá de la boletería, la librería y el café del museo, las miradas se detienen en una góndola clásica, símbolo de la ciudad. El segundo arquitecto, Massari, le agregó al edificio una escalera de honor y el gran salón de baile. Los expertos dicen que no tiene rival en Venecia, por sus dimensiones y las notables pinturas al fresco que lo decoran.

Antes de subir al salón de baile, en el “mezzanino” Browning que lleva al primer piso, está la colección Ferruccio Mestrovich donada al museo en la posguerra. Hay pinturas de Guardi, Carpaccio, Longhi o Tintoretto, entre otros maestros.

"Pulcinella y los acróbatas", célebre pintura de Giandomenico Tiepolo expuesta en el museo del Palacio Rezzonico, en Venecia (Italia).

El primer piso con sus diez salas arranca en el salón de baile donde la familia Rezzonico, con su escudo heráldico,- parece recibir al viajero. Deslumbran las columnas y los juegos pictóricos con la perspectiva en los techos. Colegas de Giambattista Tiepolo, como Giambattista Corsato y Girolamo Mengozzi Colonna trabajaron aquí como ilusionistas, en sus pinturas el espacio parece fugarse hacia el cielo entre los mitos del dios Apolo. Junto a las paredes del salón, los muebles barrocos de Andrea Brustolon son verdaderas esculturas en madera, fascinaron al escritor Balzac, él decía que Brustolon era “el Miguel Angel de la madera”.

"El locutorio de las monjas", una de las obras maestras del pintor Francesco Guardi que se expone en el Palacio Rezzonico, en Venecia (Italia).

En el mismo piso, la Sala de la Alegoría Nupcial muestra la fantasía de Giambattista Tiepolo, que imaginó a la pareja formada por Ludovico Rezzonico y Faustina Savorgnan entrando en la sala por los techos, a bordo del carro de Apolo. Otra sala cercana, dedicada a las pinturas al pastel, tiene obras maestras de Rosalba Carriera -fue la artista italiana más célebre en Europa durante el siglo XVIII- que funcionan como un contrapunto. Por un lado, el retrato de una monja, “Suor Maria Caterina Puppi”, por el otro, el “Retrato de un gentilhombre” y la sensual imagen de una cantante lírica, Faustina Bordoni Hasse. Más alegorías de Giambattista Tiépolo se lucen en la Sala del Trono, donde está el trono de madera dorada que usó el papa Pio VI en 1782. La sala Tiepolo expone, entre muebles barrocos y una gran mesa de juego, el tercero de los cuatro techos pintados por él en este palacio, una alegoría titulada “La nobleza y la virtud derrotan a la ignorancia”.

Un detalle de las lámparas y las pinturas al fresco en el techo del salón de baile del Palacio Rezzonico, en Venecia, Italia.

En el segundo piso y sus ocho salas hay obras y géneros artísticos que identifican a Venecia, o sea, vistas urbanas, paisajes, “caprichos” y retratos. Aquí está lo mejor de la colección.

"Pulcinella hamacándose", uno de los famosos frescos del pintor Giandomenico Tiepolo en el museo Rezzonico, en Venecia (Italia).

La primera sala es el Portego de las Pinturas con obras de Guardi, hay interiores y personajes inolvidables como los del “Ridotto” (el “saloncito” del casino) y el “Locutorio de las monjas”. En dos vistas de Canaletto, “Río de los mendigos” y “Vista del Canal Grande desde Ca’ Balbi hacia Rialto”, la luz y la perspectiva hacen milagros. Más adelante, la Sala Longhi reúne obras de Pietro Longhi, atento retratista de la vida cotidiana. Aquí están los bailes, las comidas y cortejos amorosos y las sorpresas del Carnaval, como en el cuadro “Rinoceronte”, de 1751.

Un tesoro del museo es la sala dedicada a los frescos que Giandomenico Tiepolo pintó en su casa familiar en Zianigo, entre los años 1759 y 1797. Se dice que fascinaron a otro pintor, Goya. La figura de Pulcinella, ícono del teatro popular italiano, encarna en estos frescos el desencanto de Giandomenico. En sus andanzas casi surrealistas, él retrata la agonía de Venecia y el final de una época. A diferencia de su padre, Giandomenico no pintó héroes o dioses, acaso porque era la hora de los sobrevivientes. Su mirada abunda en ironías y sarcasmos, como en “Mundo nuevo”, uno de sus grandes frescos, tan modernos en los encuadres y colores elegidos.

Una vista de una farmacia veneciana de 1679 reconstruida en el museo Rezzonico, en Vencia (Italia).

Así es, Giandomenico Tiepolo y Francesco Guardi justifican la visita al Ca’ Rezzonico. Pero aún queda el tercer piso, allí asombra la reconstrucción de una farmacia del año 1679, “Ai Do San Marchi”, con sus  estanterías de nogal y frascos decorados en cristal de Murano. Otro regalo para la vista.

Miniguía

Cómo llegar. Iberia vuela de Buenos Aires a Venecia con escala en Barcelona por $ 49.407 ida y vuelta con impuestos.

Dónde alojarse. Habitación doble en el hotel Ala, US$ 210. En el hotel Colombina, US$ 254. En el hotel boutique Arsenal, US$ 256.

Cuánto cuesta. Entrada al museo Rezzonico, 10 euros.

Pase para visitar todos los museos públicos de Venecia, 24 euros.

Dónde informarse. www.carezzonico.visitmuve.it / www.venezia-tourism.com

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