"La otra mirada": una exquisita pintura española del feminismo de los años '20
Si había una serie que pedía ser vista en la Argentina era ésta. Al menos en la Argentina de estos tiempos, en los que las historias de mujeres van mucho más allá del modelo de la heroína del amor. Anclada en los sevillanos años '20, La otra mirada propone no sólo lo que indica el título, sino también un arriesgado planteo para el genérico, y a veces impersonal, rubro de “series de época”.
La llegada de Teresa a la academia de señoritas revoluciona al alumnado... y a buena parte del profesorado.
Aquí, la anécdota de los años no se utiliza para que se regodee el equipo de producción, que por cierto logró una rigurosa recreación de la década. Aquí los años pasan a ser un dato clave en el relato, ya que las riendas las maneja un personaje que llega como al galope, en contramano de los mandatos, para derribar, a fuerza de argumentos sólidos, los prejuicios que tenían arrinconadas y silenciadas a muchas mujeres. Como una adelantada a la época.
A estrenarse el miércoles 8 a las 22, por Europa Europa (al día siguiente cada capítulo estará disponible en Flow), esta interesante ficción española no es una serie de género, ni deja a los varones a un costado. Al contrario, La otra mirada es ideal para ser vista en familia y abrir el debate. No baja línea, sube el nivel general de la avalancha seriéfila.
Mirá también
Newsletters Clarín Lo más leído del día | Enterate de que se habló hoy para no quedarte afuera del mundo
De lunes a viernes por la tarde.
Emitida en su país desde abril del año pasado, a través de RTVE, cuenta la llegada de una profesora muy particular a una tradicional academia de señoritas de Sevilla. Ellas son obedientes y las llevan a pensar menos de lo que les gustaría. Eso queda en evidencia cuando la institución cambia de manos: la directora le deja el cargo a su hija, Manuela Martín Casado, ex alumna de esa escuela, que tiene ganas de desempolvar algunos hábitos y costumbres. Si bien su rol (interpretado por Macarena García) es determinante en el nuevo rumbo del colegio, la que viene a patear el tablero es Teresa Blanco, cigarrillo en mano, pantalones bien puestos.
Protagonizada por Patricia López Arnaiz -en la piel de la profesora poco ortodoxa-, la serie avanza a medida que los razonamientos y las emociones de las alumnas van ganando espacio. Y a medida, también, de la caída de ciertos tabúes.
El despertar sexual y la sexualidad de las alumnas es uno de los tópicos más recurrentes de esta historia que el miércoles 8 llega a la Argentina.
Con un guión delicado, la serie va llevando al espectador de la mano por temas que ahora se toman con mucha naturalidad, pero que en aquel tiempo estaban bajo siete llaves, con la sexualidad como punta de lanza. Pero también la rebeldía adolescente, los miedos, los prejuicios, los mandatos. Hay, en la superficie del relato, dos modos de enseñanzas. El de Teresa, con el visto bueno de la nueva directora, y el del supuesto deber ser. La puja entre ambos, con la historia y la sociedad sevillana como marco, es el gancho principal de esta propuesta que en medio de la trama deja caer un eslabón policial como para matizar el cuento, pero jamás se desvía de su ruta feminista.
No es Merlí -gran serie catalana sobre los modos de enseñanza de un profesor de Filosofía-, pero se le puede parecer bastante en eso de parar a un maestro inteligente y generoso más cerca de los alumnos que enfrente de ellos.
