La industria musical catalana deja la crisis

La industria musical catalana deja la crisis

La industria musical catalana ha salido de la crisis de forma definitiva gracias a la reconversión profunda del sector. Tras observar los resultados de los dos últimos ejercicios elaborados por el Anuario de la Música de la Asociación de Representantes, Promotores y Mánagers de Catalunya (ARC) y el Grupo Enderrock, el presidente de este último, Lluís Gendrau, pudo dar ayer la buena noticia tras el último estudio de 2017 y detallar los “excelentes resultados” de una industria que recupera los niveles precrisis de facturación con 189,4 millones de euros.

Los indicadores han mostrado un crecimiento moderado que estabilizan el sector gracias, sobre todo, al subsector de la música en directo, con el auge de los festivales y la puesta al día de las salas de conciertos, logrando cifras récord: un total de 20.000 conciertos y más de 13 millones de espectadores durante 2017. Esta situación recuerda a la del periodo 2008-2009, por lo que Gendrau, precavido, ha advertido que “la oferta de conciertos está aumentado por encima del incremento de espectadores, un hecho que hace temer que se esté creando una burbuja por un crecimiento repentino”.

El informe también confirma la brecha cada vez más pronunciada entre el peso de la música en vivo, de un 88%, respecto al 12% de la industria fonográfica, que se vio drásticamente perjudicada por la crisis y la introducción de nuevas formas de consumo digital (en 2003, representaba el 48%). Sin embargo, la facturación discográfica ha logrado frenar la recesión con un crecimiento del 3,7%, presentando, por primera vez en el último quinquenio, números positivos debido a la reconversión de los sellos.

Las ventas físicas han seguido a la baja con una disminución del 17%, mientras que el negocio digital ha crecido un 82%, una tendencia equiparable a la del mercado estatal e internacional. El ranquin de ventas de discos catalanes en 2017 la encabeza El disc de La Marató, con 160.000 ejemplares, seguido de los de Antonio Orozco, Sergio Dalma y Love of Lesbian.

Como dato negativo está la reducción de la música catalana: un 14% menos en la producción de discos en catalán, que hasta el momento había tenido una evolución ascendente en lo que iba de siglo. Su presencia en festivales también se ha reducido, del 25% al 23%, y lo mismo en la programación de conciertos, con una disminución del 9%.

La participación en festivales de grupos emergentes y voces femeninas ha crecido hasta representar una tercera parte, éxito que se debe en gran parte a las campañas a favor y al trabajo de los programadores musicales, conscientes de su responsabilidad cultural a la hora de dar visibilidad a todas las generaciones y a la igualdad de género. El anuario ha destacado la labor en responsabilidad social de los festivales Acústica, Sónar, Strenes y Tradicionàrius.

Sobre gustos y estilos musicales, los de los catalanes son variados, pero equitativos, aunque el pop-rock sea el líder indiscutible, con más de un 70% de oyentes. Los demás rondan entre el 30 y el 40% en el siguiente orden: melódica y canción de autor; hip-hop y electrónica, entre los géneros que más comienzan a despuntar; jazz, blues y country; salsa y latina; clásica, sinfónica y orquestal; y, por último, folk, flamenco y world music.

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