Jazz Jennings, “una chica normal que resulta que es transgénero”
Hace 11 años, cuando Jazz Jennings tenía seis, ya contó su historia en un programa de televisión. Dos antes había sido diagnosticada de disforia de género —discordancia entre su identidad y su sexo anatómico—. Desde que aprendió a hablar dejó muy claro a su familia que ella era una niña, no un niño. En su quinto cumpleaños ya se presentó ante sus familiares y amigos como una niña vistiendo un colorido bañador de cuerpo entero. Tras aquella entrevista, siguió compartiendo en las redes sociales sus experiencias, hasta que en 2015 se convirtió en protagonista de un reality que sigue su día a día. DKiss estrena este miércoles (21.45) la tercera temporada de Yo soy Jazz.
“Cuando nos propusieron hacer un programa, lo primero que pensé es que no debíamos hacerlo”, recuerda sobre los comienzos del espacio en el que también participan sus padres y sus tres hermanos. “No era que no estuviéramos preparados, sino que queríamos estar seguros de que fuera algo positivo para la comunidad transgénero. Al final, fuimos adelante y aquí estamos”, cuenta la joven, nacida en Florida, a EL PAÍS en conversación telefónica. “El programa es sobre una chica normal, con los problemas que tienen otros adolescentes, como hacer amigos, tener citas, tratar de ser yo misma y encontrar la felicidad. Es sobre una chica normal que resulta que es transgénero. También muestra el componente médico y la lucha para tratar de lograr la aceptación de la sociedad”, añade.
Jennings suma más de 500.000 suscriptores en su canal de YouTube y más de 660.000 seguidores en Instagram. Su defensa de la comunidad LGTB la ha convertido en una de las portavoces más destacadas de este colectivo. La revista Time la ha considerado una de los 25 adolescentes más influyentes de Estados Unidos.
“Ser un modelo a seguir o una persona con la que otros se sienten identificados es muy gratificante”, opina. Pero tanta exposición también tiene un lado negativo: “Cada día leo comentarios de gente insultándome, incluso deseándome la muerte, que no entienden mis experiencias. Es duro ver esos comentarios, pero también me motivan para seguir compartiendo mi historia, porque quiero ser capaz de eliminar su ignorancia y hacerles entender que el hecho de ser transgénero no me convierte en alguien de otra especie o una mala persona; solo es quien soy”.
Para Jennings, lo más complicado de su proceso de transformación ha sido la intolerancia y discriminación que ha sufrido. “En mi antiguo colegio no me dejaban usar el baño de chicas y tenía que usar el de la enfermera, lo que me hacía sentir diferente a otros estudiantes. Un día entré en el servicio de chicas y me metí en problemas. Creo que fue la primera vez que me di cuenta de que ser diferente iba a causar confusión en otra gente y que no todo el mundo iba a entenderlo. Cuando tenía ocho años, quería jugar en el equipo de fútbol de niñas y no me dejaban. Eso fue también muy duro para mí porque me encantaba el fútbol y me estaban negando mi derecho a pasármelo bien y estar con mis amigas. Experiencias como esas o el odio en las redes sociales son la parte más dura”, prosigue.
“Somos una comunidad que ha experimentado mucho acoso y violencia, es muy difícil ser nosotros”, enfatiza. “Mucha gente no puede ser quien quiere ser y expresarse de forma auténtica. Quiero animar a esa gente a mantenerse firme, no importa lo duro que sea, no dejar que nadie decida quién eres. Tú te defines a ti mismo y tienes que estar a gusto con eso al 100%, y si a otra gente no le gusta, ¿a quién le importa?”, remata.
La esperanza de nuevas leyesJazz Jennings es muy crítica con algunas decisiones e ideas de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. "No apruebo su Administración y algunas cosas que ha dicho, sobre todo lo que tienen que ver con la comunidad transgénero, como prohibir a la gente transgénero pertenecer al Ejército [decisión que un juez anuló en diciembre] o rescindir las directivas de Obama que protegían a los jóvenes transgénero. A pesar de todo eso, creo que en general estamos yendo hacia delante y la gente está abriendo los ojos y la mente a quiénes somos como comunidad y como individuos. Me siento parte de esos cambios y creo que todavía estamos viviéndolos. Creo que en los próximos 10 años podremos tener nuevas leyes que protejan nuestra comunidad y que aseguren que la discriminación no esté permitida. Ahora ves a gente transgénero en posiciones y haciendo cosas que antes no habríamos imaginado", remata.