“He llegado incluso a perder la ilusión por grabar”

“He llegado incluso a perder la ilusión por grabar”

Benito Lertxundi, (Orio, Gipuzkoa, 1942) pide que se le fotografíe con la loma de Mendibeltz (Monte negro) de fondo, porque esa colina que da refugio a la ría de Orio ha sido testigo de “miles de tragedias” sufridas por marineros antepasados y es, sobre todo, fuente de inspiración de muchas de sus canciones. El Bardo de Orio, perteneciente al movimiento cultural Ez Dok Amairu a mediados de los 60, lleva más de cinco décadas dedicado a la música, una trayectoria en la que se ha distinguido por sus composiciones de amor, de protesta, el folklore de Zuberoa, los cantos épicos, las musicalizaciones de poetas vascos y sus propios temas. El cantautor vasco, Medalla de Oro de Gipuzkoa, presenta hoy un nuevo disco, Ospakizun gauean (En la noche de celebración), el decimoséptimo de su carrera y seis años después de su anterior trabajo, lanzado por el nuevo sello discográfico Kantaita Enea, creado junto a su pareja, Olatz Zugasti. "Hemos querido ser dueños de toda la obra", afirma en la entrevista.

Pregunta. ¿Este disco pertenece a un Benito Lertxundi reconocible o a un Benito Lertxundi renovado?

Respuesta. El que conozca mi trayectoria, me verá reconocido en este nuevo disco. Cambiar por cambiar me parece algo artificial. Sigo mi curso, lo que me da a entender mi trabajo, mi estética y mi forma de ver las cosas. Los textos dan la pauta a las canciones, a su línea melódica y narrativa, la tonalidad… Hay quien me dice que canto más grave. La voz cambia con el paso del tiempo, pero las cosas que cuento me indican que no puedo cantar en tonos más altos. Es posible que ahora comunique mejor.

P. Este disco tiene un componente más poético que melódico.

R. A veces tengo la sensación de que si un texto poético se pone al servicio de la melodía puede perder su contenido. Creo que ahora hay muchas canciones en las que la letra está perdida, y eso es algo fallido. Yo incido en que quien escucha una canción debe leer el texto en directo. Trato de cuidar esa parte.

Creo que no me moriré hasta comprender algunas cosas que no comprendo

P. ¿Por qué estos seis años sin salir al mercado?

R. Este disco podría haber salido hace cuatro años, pero he tenido dudas y he llegado incluso a perder la ilusión por grabar. En nuestra profesión hay una parte que desconocemos, la que comienza cuando terminamos las canciones. Con este disco hemos querido conocer esa faceta y englobarlo todo. Hemos creado un sello discográfico nuevo para ser dueños de toda la obra. Durante toda mi trayectoria me ha ocurrido que los días previos a la presentación de un disco estoy con el horizonte nublado. Necesito tiempo para analizar lo que he hecho. Lo cierto es que los temas de este disco no son fáciles para convertirlos en canción.

P. ¿Cuál será la aportación de este disco a la cultura vasca?

R. Yo no tengo ningún compromiso con nada de eso. Pudo ser así en otro tiempo, pero ahora no. No quiero llevar esa mochila. Hago lo que hago y no le debo nada a nadie. Quiero ser libre. Una mente es libre o no es mente; si no es libre, acaba siendo mentalidad. Nada de militancias. Lo que realmente valoro es la libertad.

Benito Lertxundi, durante la entrevista. J. HERNÁNDEZ

P. ¿Esta ha sido una constante a lo largo de su trayectoria artística?

R. Quizás es algo que no he tenido tan afinado en otros momentos. Las inquietudes estériles solo generan enfermedad mental, y yo quiero tener salud mental. El resto queda en otro plano.

P. ¿Cómo ves el momento que está atravesando la canción en euskera?

R. La cultura vasca en general vive en un contexto desnaturalizado. Vivimos en un país sin mando propio. La canción, como reflejo de la cultura, está vagando como puede, cada uno pone lo que tiene de su parte, pero no funciona a pleno rendimiento.

P. Por lo tanto, ¿un país independiente daría a la cultura una mayor expansión?

R. Hipotéticamente, sí. Así ocurre en el mundo actual. El mundo es nacionalista, está clarísimo. Serán de un bando o de otro, pero todos son nacionalistas.

P. Usted siempre se ha postulado como un artista universal.

R. Universal no significa fuera banderas y fuera himnos. El mundo está organizado de tal forma que cada cultura se convierte en una institución nacional, con un Estado que cultiva sus propias tradiciones, su lengua… Eso no tiene nada que ver con el racismo.

Hago lo que hago y no le debo nada a nadie. Quiero ser libre

P. En este disco, precisamente, dedica una pieza al “espíritu liberador del pueblo oprimido”.

R. La paz nunca puede ser un objetivo, sino la consecuencia de algo. Lo que hay que arreglar son los conflictos. En una canción desarrollo esta idea. En este país hemos creado hasta artesanos de la paz. Hay muchas cosas que a mí me parecen estúpidas….

P. ¿Y Benito Lertxundi está paz en consigo mismo, con su entorno…?

R. Yo creo que no me moriré hasta comprender algunas cosas que no comprendo. Quiero vivir para comprender. Lo que he aprendido hasta ahora lo he hecho por mí mismo, guiándome por la intuición. Se nos olvida que somos naturaleza y que nada es fragmentable en el universo, todo es holístico, global.

P. La naturaleza vuelve a estar muy presente en este disco. ¿Cómo fue esa idea de musicalizar una letra del bertsolari Jon Maia tras su aventura en Terranova?

R. Jon [Maia] me llamó para decirme que me había traido un regalo de Terranova. Quedamos y me explicó que allí escuchó una canción que le llegó muy adentro y que era muy adecuada para mí. Me entregó un cedé con una canción que me recordaba a un rodeo del Oeste. Me extrañó mucho y no estaba por la labor de cantarla, pero mi mujer me pidió que no lo despreciara. Intenté cambiar el color de la canción, el tono árido que tenía por algo más verde. Y creo que lo conseguí. Cuando llegó el momento de la grabación no me gustó absolutamente nada, hasta que el batería empezó a jugar e hizo un swing. Dio con la chispa y en el estudio cambió completamente la base. De no gustarme nada, ha pasado a ser el single del disco.

P. ¿Y qué proyectos tiene en la cabeza Benito Lertxundi?

R. No tengo planes. No existe el futuro porque se nos escapa la realidad. Los trabajos se proyectan, pero la vida no se puede predecir. Me parece muy hermoso no tener nada previsto.

Benito Lertxundi posa junto a la ría de Orio, su localidad natal. J. HERNÁNDEZ

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