El día de la explosión igual a 185 bombas atómicas

El día de la explosión igual a 185 bombas atómicas

Los bosques arrasados en Tunguska, años después de la explosión.

El 30 de junio de 1908, a las 7.17, el cielo de Tunguska, una remota región de Siberia, se iluminó en forma cegadora, y miles de árboles en un área de más de 2.000 km² fueron arrasados. Se rompieron ventanas, varias personas a mucha distancia -la población más cercana era Vanavara, a 65 km- cayeron al suelo y sintieron un calor insoportable, e incluso en el distrito de Kansk (a 600 km) se informó sobre barqueros caídos al agua, caballos derribados, casas que temblaban y objetos que se rompían.

La zona donde se registró el "bólido de Tunguska"

Durante varios días, las noches en esta inhóspita y casi deshabitada zona de Rusia fueron tan claras que, dicen, se podía leer sin necesidad de luz artificial. Incluso observatorios de Estados Unidos detectaron una reducción en la transparencia atmosférica que duró varios meses, en lo que se considera el primer indicio de este tipo asociado a explosiones de alta potencia. Dicho sea de paso, la energía que liberó el suceso se estimó en unos 30 megatones; casi 185 veces más que la bomba atómica que arrasó Hiroshima.

Pasaron más de 110 años, y lo que ocurrió en aquel lejano día siberiano sigue siendo un misterio. Se lo llamó “el bólido de Tunguska” por el valle en el que tuvo lugar, pero la verdad es que aún no se sabe a ciencia cierta qué lo causó. Entre las más de 30 hipótesis que se tejieron al respecto, la primera fue la de un cometa. Pero pese a haber registrado intensamente la zona, no se encontró un cráter, ni restos de minerales en la zona. Lo que fuera que explotó, lo hizo en el aire. Entonces se habló de un asteroide, de una “bomba de hidrógeno natural” por un cometa con elevada concentración de deuterio; de una colisión de materia con antimateria, de una enorme tormenta magnética y hasta de participación extraterrestre, entre otras teorías. Ninguna de ellas fue probada.

En algunas áreas no volvió a crecer el bosque.

Aunque la que tiene más aceptación es la que dice que aquella mañana de junio de 1908, una “roca espacial muy grande”, de unos 37 metros de diámetro, penetró la atmósfera de Siberia y luego detonó en el cielo. Y dice también que el asteroide ingresó a la atmósfera a una velocidad de casi 54.000 kilómetros por hora, que calentó el aire a su alrededor hasta los 24.700 grados Celcius, y a una altitud cercana a los 8.500 metros, la combinación de presión y calor provocó que se fragmentara y se destruyera, produciendo una bola de fuego que liberó una energía equivalente a casi 185 bombas de Hiroshima.

Luego de los años de hierro de la Unión Soviética, Tunguska se convirtió en un imán para turistas amantes de lugares misteriosos, aunque el acceso a la zona es complejo o caro, ya que solo se llega a pie, tras varios días de caminata, o en helicóptero.

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