El argentino de la serie de Luis Miguel: historia de vida de un remador

El argentino de la serie de Luis Miguel: historia de vida de un remador
Marina Zucchi

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Luis MiguelSpot

Cuando César Bordón era empleado administrativo de la fábrica de aviones Chincul, Luis Miguel aún no había grabado ni su primer disco. César recién abandonaba el básquet y estaba despegando en el mundillo teatral. Faltaban más de tres décadas para que subiera al avión que lo llevaría rumbo a la resurrección del “Rey Sol” y que lo devolvería popular en Latinoamérica.

Bordón -Hugo López en la serie de Luis Miguel que emite Netflix y que lo convirtió en el argentino “viral” que mejor nos representa- tiene otro apellido en el DNI: González. El artístico es su homenaje a la abuela Escolástica, una costurera que se casó con Don Salvador, alias “Macho”, el peón de stud cuyos anecdotario burrero incluía una amistad con Carlos Gardel.

Hugo López en la serie de Netflix.

Anda disfrutando del personaje más popular de una carrera de 35 años. Más de 100 criaturas entre el cine, el teatro y la TV, pero logró el zoom del público con este mánager sensato, amigo y sostén del cantante.

César ya había cruzado fronteras en pequeñas participaciones internacionales, como el filme alemán Colonia, de Florian Gallenberger, junto a Emma Watson. Hasta que los productores mexicanos lo vieron en Relatos salvajes, de Damián Szifron, y lo invitaron a un casting. Lo ganó, esperó que pasara el terremoto en el Distrito Federal, y se instaló por cuatro meses en un departamento de la Colonia Roma.

Jamás había presenciado un recital de Luis Miguel. El mexicano no le representaba nada. Apenas guardaba un casete de boleros, Romance, que sería determinante en la carrera musical del “Sol Azteca” y del manager a quien César interpreta, López.

Bordón visitó la redacción de Clarín. (Mario Quinteros).

Vecino de Boedo, 56 años, antepasados serbios, crianza en Belgrano, simpatía por River Plate y adoración por “El Beto” Alonso, Bordón es padre de Antonia (de diez años), marido de Gloria desde hace 16 años, coleccionista de navajas, chef, “sushiman”, amante de la comida china, fotógrafo amateur y fan de los cursos. Entre sus diplomas figuran uno de fileteado porteño y otro de castellano neutro.

Ex basquetbolista, ex árbitro y entrenador de ese deporte, en los setenta paseó su metro ochenta y tres de estatura por Obras, River y Náutico Buchardo. Su verdadera vocación estaba como pivote de las tablas. Formado en las aulas de Norman Briski, Carlos Gandolfo y Fernando Siro, se inició en teatro a los 21 años, en la obra Proceso interior. Encarnaba a un guardiacárcel, rol que se le volvería recurrente en las ficciones, así como el de comisario.

Mientras toma mate en la redacción de Clarín, “Huguito”, repasa un camino de “remos y músculos”: en TV debutó con un bolo en El infiel, la telenovela protagonizada por Arnaldo André. Le siguieron más de 50 programas, algunas intervenciones graciosas, como las cámaras ocultas de VideoMatch en los ‘90. Con pico y pala, por ejemplo, formó parte de aquel recordado Rompé Pepe, junto a Leo Rosenwasser.

Brigada Cola, Poliladron, Carola Casini, Campeones, Los Roldán, Chiquititas. Las redes sociales de César están invadidas por israelíes que lo recuerdan como el padre de Lali Espósito en Casi Ángeles.

Mientras espera la segunda temporada de la serie que reactiva la luismimanía, Bordón mantiene un contrato de confidencialidad con Netflix para no revelar qué ocurrió con Marcela Basteri, la madre de Luis Miguel. “¿Si hablé con él? No, pero no pierdo la esperanza de hacerlo y de la choluleada de la selfie”, se ríe. “Mi personaje logró tal efecto que un tipo acaba de mandarme un mensaje: me agradece porque va a empezar su plan para dejar de fumar después de las escenas de Hugo, enfermo por el cigarrillo”.

"Diría que estoy a poco de irme a vivir a México. Es el epicentro cultural".

-¿Se te acercan muchos amigos del campeón ahora?

-No. Mis amigos estuvieron siempre. Claro que tengo mil mensajes por día. Temo ser descortés, pero aprendí a no contestar a todo, porque tengo que concentrarme otra vez en el trabajo. El primer impacto fue agradable, pero ahora no quiero perder el foco en el trabajo.

-Durante el último capítulo eras el gran nombrado en las redes. ¿Cómo vivís este golpe de fama repentino? ¿Sos consciente de la fragilidad de esa fama?

-Entiendo que toda serie tiene un punto álgido y una caída. No sé cuánto va a durar o si me van a considerar un actor interesante luego. Tal vez tenga un efecto olvido o tal vez disparador. Es el devenir de la vida. No sé cuánto tiempo los argentinos van a tuitear que los represento (se ríe), pero el ruido no me distrae. Con seguir, con transcurrir y disfrutar, a mí me alcanza.

Hugo López y Luis Miguel en la serie de Netflix (Bordón y Diego Boneta).

-¿Atravesaste épocas económicas difíciles como actor?

-Como todos. Lo peor fue en 2001. Yo había llegado a una cresta de ola, venía de trabajar con Antonio Gasalla en El palacio de la risa y otros programas, hacía teatro, y lo que siguió fue devastador. Cuando un país está en crisis, lo primero que queda afectado es el entretenimiento. Dicen que es cuando mueren los peluqueros y los actores. Yo tenía un departamento a crédito, tuve que reducirme, vender un auto. El corralito no me agarró porque no tenía un mango. Pero salí. Supe trabajar como animador de fiestas para adultos.

-¿Tenés esa sensación de “Ahora me felicitan y vienen a buscarme, pero tengo un camino recorrido de más de 30 años y antes no me vieron”?

-El mundo funciona de manera caprichosa. En cierta forma el país es así con todos los argentinos. Algunos rubros encuentran mayor desarrollo afuera. Y pasa afuera: mirá a Diego Boneta, vive en Los Ángeles. Y Oscar Jaenada (Luisito Rey en la serie), es resistido en España. Tal vez nadie es profeta en su tierra.

Boneta y Bordón en "Luis Miguel, la serie".

-¿Tu mudanza a México es inminente?

-Estoy conversándolo. Y diría que estoy a poco de hacerlo. Siento que el epicentro de la distribución cultural pasa por México. Uno va, juega, se vincula con lo humano y lo que pueda pasar con la fama ya no es cosa mía. A mí no me deslumbra ningún nombre. Lo mío es trabajar.

-Como fanático del fútbol: definí tu momento hoy.

-Hice un golazo... pero el campeonato sigue.

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