Deportes, asado y paseos en el paisaje rural de Villars
La gruesa arboleda que se estira a la par de la ruta 6 levanta un infranqueable muro de color verde intenso en la zona rural del partido de Las Heras. Por alguna rendija se cuela el humo de la parrilla, un detalle mínimo que revela una de las piezas esenciales del Día de Campo programado en Los Ombúes, a 5 km de Villars.
Estancia Los Ombúes, en Villars.
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Hasta que los visitantes caen en las redes del tentador aroma de las carnes asadas a la leña, la estancia anunciada en el cartel de la entrada parece haber mutado en un aristocrático club deportivo: por el sendero desprendido del estacionamiento, dos hombres espigados sostienen sus raquetas y avanzan decididos en dirección a las dos canchas de tenis. El court de polvo de ladrillo acaba de ser acondicionado por un cuidador, que ahora -mientras cuatro jóvenes cargan sus palos rumbo a la cancha de golf- se apura por desmalezar la laguna rozada por el hoyo 8, apenas visible bajo un manojo de totoras.
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Desfile gastronómico
Al borde de la pileta, protegida por una franja recta de ligustro, discurren las charlas en voz baja de familias que empiezan a ser cortejadas desde temprano, a partir de una sutil indicación -apenas un ademán silencioso- de Graciela Pascolini, la anfitriona. Empanadas de humita y de carne, vasos de vino y jugos llegan a las mesas dispuestas bajo las sombrillas de la piscina y el parque.
Estancia Los Ombúes, en Villars.
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El brillo de las bandejas, portadas por una decena de mozos pulcramente uniformados, encandila a las dos parejas que se esfuerzan por animar un desteñido partido de fútbol-tenis, que finalmente prefieren apiadarse de sus espectadores para deleitar el paladar con el primer bocado. La imagen se replica a unos pasos, donde doce audaces jóvenes resisten el acechante sol del mediodía con un disputado desafío de fútbol 6.
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El comedor cubierto y su terraza con vista al horizonte vegetal -donde los comensales matizan con ensaladas la espera de las porciones de carne- integran el edificio principal, una moderna construcción equipada con vestuarios impecables y salón de eventos que originalmente iba a ser el club house de un barrio cerrado.
Estancia Los Ombúes, en Villars.
Un poco de historia
Ese proyecto inicial que había diseñado Luis Pascolini -el padre de Graciela, un reconocido fabricante de bicicletas fallecido en 1995- avanzó como pudo durante la década del 80, en medio de los vaivenes económicos del país, hasta ser pulverizado por la crisis terminal de los años 90.
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Por un tiempo, este oasis de brisas y perfumes naturales quedó acéfalo, antes de que el aire puro generado por eucaliptos, liquidámbares, robles, tres variedades de pinos, aromos, fresnos, jazmines y ceibos atrajera como un irresistible elixir a Graciela y su esposo Jorge Córdova. Poco les costó entrever a los dueños que este valioso patrimonio natural ofrecía las mejores condiciones para transformar el plan primigenio en una casa de campo para recibir a turistas.
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Córdoba intuyó que había más piezas para mostrar a los visitantes, ocultas por la maraña de árboles anudados con enredaderas. Avanzó con su auto por la calle perimetral -un ritual que repite seguido, seducido por el ambiente sombrío, la atmósfera fresca a toda hora y los trinos de los pájaros- y descubrió la arquitectura colonial de La Dorita, el casco de una estancia de más de 300 años de antigüedad semioculto por un bosque.
Estancia Los Ombúes, en Villars.
Un sendero tapizado por hojas secas choca una y otra vez con los troncos ahuecados de enormes ombúes, bordea ligustros, laureles y acacios y se pierde a los pies de un eucalipto crujiente, partido al medio por los efectos de uno de los feroces tornados desatados sobre la pampa húmeda. Cada vez que el árbol se sacude, se arquean las ramas y con ellas bailotea una hilera de cotorras chillonas.
Córdoba retorna al camino interno de 5 km para regresar al área de servicios sin el mínimo asomo de apuro para llegar a tiempo a la merienda. No caben dudas de que el bosque escondido es su lugar predilecto para desconectarse de los avatares urbanos. Conduce el vehículo a velocidad mínima entre pinos y ceibos, se detiene en la granja para abrir los corrales y una multitud de chivos, ovejas, gansos, patos y gallinas sale disparada hacia el pastizal.
Una llama somnolienta ni se mosquea por la presencia del dueño de casa, que se toma su tiempo para afirmarse sobre una suave lomada y dejar que su mirada se pierda en el horizonte empastado de tonos verdes.
Estancia Los Ombúes, en Villars.
Miniguía
Cómo llegar. De Bs. As. a la estancia Los Ombúes son 80 km por Riccheri, Autopista a Cañuelas y ruta 6 hasta el km 126,5; 2 peajes, $ 60; en hora pico, $ 70. Opción: Acceso Oeste hasta Merlo y rutas 40 (ex 200) y 6; peaje, $ 53; en hora pico, $ 65.
Colectivo 136 de Primera Junta a Marcos Paz (a 23 km de la estancia), $ 19.
Tren de Once a Marcos Paz con trasbordo en Merlo, $ 34; con SUBE, $ 19.
Combi Del Sur Bus de Obelisco a Marcos Paz, $ 270 (www.delsurbus. com.ar).
Remís para cuatro pasajeros La Unión desde Marcos Paz hasta la estancia Los Ombúes, $ 380 (0220- 477-3984).
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Cuánto cuesta. Día de campo, $ 750; incluye aperitivo (empanadas, jugos y vino), asado con jugo, agua mineral, ensaladas y postre, merienda (pastelitos, tortas fritas, té, café, mate cocido, leche chocolatada y licuados), pileta, bicicleta, juegos infantiles, ping pong, visita a minigranja, tenis, fútbol, vóley y golf; de 2 a 9 años, 50%.
Dos días y una noche en dormy con baño privado, media pensión y actividades, $ 2.850 por persona; 3 d./2 n., $ 4.750.
Qué hacer. A 5 kilómetros de Los Ombúes por la ruta 6, Villars conserva la esencia de los pueblos rurales del partido de Las Heras: gauchos auténticos que se movilizan a caballo, gente sencilla y amable, centenarias casas de ladrillos y boliches de campo, como el típico bar Manolo (también conocido como Lo de Forte), enfrente de la estación. El edificio de dos pisos de estilo francés de la parada ferroviaria es el mayor orgullo de los villarenses. Los trenes de cargas y pasajeros llegaban aquí desde principios del siglo XX hasta los años 80 para conectar Villars con la estación Buenos Aires, Rosario y Nueve de Julio. En el bien preservado edificio de 1908 funcionan hoy el Museo Ferroviario y la Biblioteca Popular Ricardo Cal. Otros atractivos de Villars son los jardines desbordados de flores de las casaquintas, la iglesia, la recién inaugurada Pileta Comunitaria, el asador Rosendo y el restaurante El Encuentro.
Dónde informarse. 4643-1978 / (156) 3971978.
info@losombueseventos.com.ar / www.losombueseventos.com.ar