Cat Power y el fin de la guerra

Cat Power y el fin de la guerra

Chan Marshall (Atlanta, 1972), más conocida como Cat Power, lleva más de media vida luchando contra sí misma, pero ahora siente que se acabó la guerra. “En este punto actual, puedo afirmar que mi vida ha tomado un nuevo curso. Ha estado llena de cambios”, cuenta por teléfono desde un hotel de San Francisco (Estados Unidos). De todos esos cambios, el más importante lleva su apellido: es su hijo de tres años. La cantante, ahora madre soltera, se quedó embarazada en 2014 y decidió entonces cambiar drásticamente de vida. “No sé si tenemos suficiente tiempo en esta entrevista para que me ponga a hablar de todos los cambios que siento que ha habido en este viaje que es mi vida”, avisa. “No puedo resumirlo en dos frases. Lo siento”, añade.

Conviene intentarlo, más cuando este viernes se publica su nuevo álbum Wanderer, el regreso del año en el competido mundo del indie-rock anglosajón tras sus seis años de silencio discográfico. A decir verdad, tampoco hace falta tirarle mucho de la lengua. “Mi hijo es mi nueva motivación. Me hace ser más fuerte, pero también me hace ser más feliz”, confiesa. Es el niño rubio que, más allá de ser inspiración en canciones como In Your Face, se deja ver en la portada del disco, protegido por el brazo de su madre y una guitarra. Sobre su existencia ha construido, dice, todo un nuevo reino, que ha levantado después de una larga travesía por el desierto. Wanderer puede traducirse como “vagabundo” o “nómada”. “El concepto del disco es la experiencia humana. Es un viaje interior en cada uno de nosotros. Es más duro de lo que parece. Está relacionado con la contemplación, el desarrollo personal, el proceso para encontrar algo que a una persona le maraville”, explica.

Marshall es cordial, incluso tierna en su modo de hablar de sí misma. Se expresa con efusividad y elocuencia por momentos, en otros hace largos silencios como para alcanzar palabras que flotan sobre su cabeza. Puede pasar en cuestión de segundos de un entusiasta “guay” para valorar algo que se comenta a un bostezo aplastante. Y, entre medias, una muletilla: “Lo siento”. Como si sus pensamientos se cruzasen entre ellos, entorpeciéndose el paso. Pero, incluso en su discurso alterado, transmite siempre esa fragilidad impar de sus canciones. “Con el anterior disco colapsé. Para preparar este estaba embarazada y necesitaba estar bien de salud”, indica.

Sus excesos han sido constantes, siempre asociados a los problemas con el alcohol y, especialmente, a sus fuertes depresiones. A Cat Power, de hecho, se le conocen varios cambios de imagen, como si esta cantante de voz desgarradora intentase encontrar su lugar en el mundo. Un mundo presidido por canciones desde que debutó en 1995, apadrinada por miembros de Sonic Youth y Two Dollar Guitar. Como si fuera una nueva PJ Harvey, se quedaron prendados con su universo sombrío, que desplegó su más fascinante calidoscopio de constelaciones emocionales en The Greatest, bajo el amparo del sello independiente Matador. Ahora, otro de los cambios de su vida ha sido romper con la discográfica que la catapultó. Lo comenta varias veces durante la conversación. Cuando entregó las canciones de Wanderer, Matador le pidió otro disco distinto. Faltaban “éxitos”. Ella se negó y se fue a Domino. “Lo tenía claro. Estoy orgullosa de quién soy y de lo que he conseguido a mi manera. Ahora estoy ilusionada y excitada con mi nuevo sello”, explica.

Marshall ha dado a su antiguo sello donde más duele: el primer sencillo de Wanderer fue Woman, una canción que ha sido un éxito y contó con la colaboración de Lady Gaga. Ella, sin embargo, prefiere centrarse en el espíritu de un álbum íntimo, que apacigua tempestades en su mezcla de folk y soul blanco bajo el ropaje indie y en el que llega a cantar en español en Me voy. “Las canciones son un ejercicio poderoso de conocer otros rumbos. Pueden transformar tu pena. Las mejores canciones están siempre llenas de una increíble humanidad”, dice. “Gracias a la música, sé que no estoy sola. Pero, sobre todo, me permite conocerme a mí. Saber qué universo hay dentro de mí. Me ha dado muchos regalos. Sin la música, creo que no hubiese tenido la misma capacidad de soñar”, prosigue.

Parece que Cat Power, quien llegó a afirmar que está viva “debido a las canciones”, está en paz con el mundo y consigo misma. Antes de despedirse, con una risita imbatible, recuerda algo que le comentó Patti Smith, una de sus musas: “Me explicó la responsabilidad que tiene un artista con su creación”. Hace un largo silencio y, con un tono solemne, añade: “Y me aconsejó beber agua”.

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