Caída de pelo: ¿Champús, lociones y vitaminas sirven para frenarla?
Champús anticaída, lociones, tónicos con propiedades milagrosas, vitaminas para reforzar el cabello, preparados de hierbas... A diario, y en todo el mundo, se venden infinidad de productos y tratamientos para la pérdida del cabello. Porque el pelo preocupa a muchas personas, dado que es un rasgo determinante de nuestra imagen. Y eso hace que también sea objeto de múltiples fraudes y engaños, favorecidos porque el hecho de que el cabello es quizá la parte más cambiante de nuestro organismo, y su evolución en el tiempo es impredecible.
De ahí que más de mil dermatólogos e investigadores del cabello de 70 países –reunidos hace unos días en Sitges (Barcelona)– dedicaran parte del XI World Congress for Hair Research a desmentir todo lo que no sirve y lo que sí tiene alguna utilidad a la hora de tratar la caída y pérdida del cabello, la tan temida alopecía. Y sus conclusiones no dejan lugar a dudas: los ingresos de la industria farmacéutica asociados a cosmocéuticos –productos con una función médica no demostrada, sin fundamento científico– para el cabello son treinta veces superiores a los que generan los productos que realmente tienen efectos sobre el pelo.
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Lo explica Ramón Grimalt, presidente del mencionado congreso y profesor de Dermatología de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), que subraya que “el problema básico con los tratamientos para el pelo es que la persona no tiene capacidad de saber cómo estaría si no los hubiera realizado, y eso hace más fácil el engaño”.
Y relata que cuando una persona observa que se le cae bastante el pelo acostumbra a acudir a la farmacia, a la peluquería o a comerciantes de cosmética para que le den “algo” que lo evite. “Y a los tres meses observa que se le cae menos y lo atribuirá a ese producto, pero la realidad es que el resultado hubiese sido el mismo sin ponerse nada, porque lo que ocurre es que estaba haciendo la muda o recambio del cabello, como todos los mamíferos, solo que los humanos –por los actuales hábitos de vida, la calefacción, etcétera– ya no lo hacemos de forma sincronizada, todos a la vez, como otras especies”, justifica Grimalt.
Tras la época de caída, el cabello entra en recrecimiento.
Subraya que es una confusión habitual creer que cuando se te cae mucho el pelo es porque lo estás perdiendo, cuando en realidad es una renovación. “Cambiamos el pelo constantemente y dentro de cuatro años no nos quedará ninguno de los de hoy, y lo hacemos en ciclos de caída y recrecimiento; el error es atribuir lo que es fisiología a problemas capilares y tomar vitaminas, ponerse champús, inyecciones... cuando de modo natural en tres meses la situación habrá mejorado sola porque, tras la época de caída, el cabello entra en recrecimiento”, explica el dermatólogo.
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Y enfatiza que, además de ser innecesario recurrir a productos para la caída de cabello, “es absurdo”, porque no tienen fundamento científico. “Ningún champú atraviesa la piel del cuero cabelludo, de modo que sólo actúan sobre el aspecto del pelo y la piel de la cabeza, a nivel externo; el champú anticaspa funciona, pero el anticaída no”, detalla Grimalt.
Añade que tampoco tiene ningún sentido ni fundamento científico tomar suplementos vitamínicos para fortalecer el pelo durante el recambio capilar, ni aplicarse lociones “crecepelo”, porque esa renovación “es signo de salud, y si tenés más pelo, recambiás más”.
Calvicie es otra cosa
Los expertos en cabello remarcan que es importante tener claro que los problemas de calvicie no tienen nada que ver con la caída periódica del cabello, con los pelos que vemos acumularse en el cepillo, en la almohada o en la ducha. “La calvicie es otro problema, y no se ve en la ducha, sino en las fotos”, dice el investigador de la UIC.
Explica que hay muchas formas de calvicie y obedecen a causas distintas, de modo que si uno detecta que realmente está perdiendo pelo a lo largo del tiempo, debe acudir al médico para que le diagnostiquen qué tipo de alopecía tiene, si obedece a razones genéticas o a alguna enfermedad.
La más común es la alopecia androgenética, provocada por cuestiones hormonales y predeterminada en los genes, y cuya evolución puede frenarse con tratamientos hormonales si se trata a edades tempranas, antes de que uno se quede calvo.
Los problemas de calvicie no tienen nada que ver con la caída periódica del cabello.
Grimalt apunta que en los últimos años también están viendo en las consultas de dermatología muchos casos de alopecía frontal fribrosante (también llamada alopecía payaso), caracterizada por la pérdida capilar en la parte de la frente, como si el cabello retrocediera y se abriera paso una diadema sin pelo de oreja a oreja. “Este tipo de alopecía está aumentando, y los australianos lo relacionan con el uso de cremas con filtros solares; tiene tratamiento, pero su éxito es escaso”, resume.
También hay alopecias ferropénicas, provocadas por falta de hierro, y algunas derivadas de problemas en la tiroides. De ahí la necesidad de un diagnóstico médico antes de aplicarse cualquier tratamiento para la pérdida de cabello. “Si a partir de los 16 años observás que te aparecen entradas o que tenés zonas de la cabeza con poco pelo, acudí a un dermatólogo para que te asesore y vea si vale la pena que realices algún tratamiento, pero no gastes en lociones ni productos milagrosos 'anticaída' sin diagnóstico”, porque no funcionan, concluye Grimalt.
© MAYTE RIUS. La Vanguardia.