Así es Sevnica, la ciudad que gana turistas gracias a Melania Trump
Panorama de Sevnica, Eslovenia, con el castillo en lo más alto de la colina (Getty Images)
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EsloveniaMelania TrumpPastel de Melania, crema de Melania, vino de Melania, té de Melania, pantuflas de Melania, salame de Melania, rebanadas de manzana cubiertas de chocolate de Melania. Hay pocos productos que los burgueses emprendedores de Sevnica, una pequeña ciudad eslovena rural donde Melania Trump pasó sus primeros años, no hayan intentado promocionar haciendo referencia a la primera dama de Estados Unidos.
Botellas del vino local y salames marca "First Lady", en Sevnica, el pueblo en el que nació Melania Trump (AP).
Debido a las restricciones de derechos de autor, los artículos simplemente aluden a su identidad: el vino se llama “Primera Dama”, mientras que las pantuflas (plateadas y adornadas con una cola esponjosa de conejo blanco) se llaman “Casa Blanca”.
Pero dejando de lado el alboroto legal, Melania ha sido buena para Sevnica (se pronuncia “séunitsa”), una ciudad de casi 5.000 habitantes ubicada en un valle fluvial y boscoso a unos 90 minutos en auto desde Liubliana, la capital de Eslovenia.
Las pantuflas "The White House" (AFP PHOTO / Jure Makovec)
El único hotel de la ciudad volvió a abrir a principios de este año. El turismo anual -al que, desde luego, han contribuido los recorridos con temática de Melania- creció un 15%, hasta alcanzar la cifra de 20.000 visitantes, en los tres años posteriores al momento en que el esposo de Melania Trump, quien entonces era un magnate de los bienes raíces y estrella de la telerrealidad, se convirtió en el favorito para llegar a la presidencia.“Después de Melania, las cosas de verdad cambiaron”, declaró Srecko Ocvirk, alcalde de la ciudad. “Ahora tenemos turistas de todo el mundo”.
El chef Elvis Suhodoljac prepara la "Hamburguesa del Presidente" (REUTERS/Srdjan Zivulovic)
En Kopitarna, la empresa de zapatos que hace pantuflas inspiradas en Melania, los miembros del personal elogian a la primera dama por haber puesto a Eslovenia en el mapa. “Muchas otras personas pensaban que nuestro país se llamaba Eslovaquia”, dijo Marija Balinc, una gerente de exportaciones.
No obstante, si se mira la situación un poco más en detalle, hay señales de que la novedad se está acabando, incluso para personas como Lidija Ogorevc, una de las guías locales que a veces lleva a los turistas a un recorrido de lugares relacionados con Melania en la ciudad por un precio de casi 35 dólares por persona.
“Sí, ese es el vino de Melania”, suspiró Ogorevc en un recorrido reciente, mientras pasaba por donde estaba una botella de Primera Dama que se vendía en el castillo del siglo XII de la ciudad. “Pero este es el mejor vino”, agregó mientras señalaba una botella de Grajska Kri, un tinto de Blaufränkisch.
Adivine cómo se llama este postre... Sí, Melania (AFP PHOTO / Jure Makovec)
Actualmente, Ogorevc no oculta la indiferencia que le provoca toda la conmoción sobre Melania. “A mí en realidad no me importa nada de esto”, dijo Ogorevc, a quien al parecer no le importa cómo podría percibirse ese tipo de comentarios en un recorrido temático de Melania. “Sevnica tiene mucho más que esta narrativa”.
Para Ogorevc, la gloria de Sevnica es su castillo, ubicado en una colina cercana con paisajes de ensueño del río Sava que pasa más abajo. “¿Se imaginan cómo se ve durante el verano?”, dijo, mientras observaba el valle desde los portones del castillo.
Su buen humor se ensombreció cuando a mitad del camino de regreso a Sevnica nos estacionamos afuera de una torre de la época comunista en el borde de la ciudad. “Ahora vamos a hacer una parada en el bloque de apartamentos donde vivían”, dijo, refiriéndose a la futura primera dama, que entonces se llamaba Melanija Knavs, y a su familia.
Vista general de los edificios de departamentos del barrio en el que creció Melania Trump en Sevnica, Eslovenia (AP Photo/Darko Bandic)
Después hizo un gesto impreciso para señalar el edificio y se encogió de hombros. “Pero no puedo decirles exactamente dónde vivían porque no tengo esa información”, agregó, un poco irritada.
En la oficina turística de la ciudad, los visitantes pueden comprar un libro acerca de la primera etapa de la vida de la primera dama -“Melania Trump: The Slovenian Side of the Story”- y un gran catálogo de productos inspirados en ella, entre ellos las rebanadas de manzana cubiertas de chocolate.
Un tren circulando por Sevnica, Eslovenia (Getty Images)
Sin embargo, Mojca Pernovsek, directora del consejo turístico local, solo acepta entrevistas si el tema de Melania no se menciona. “Hay muchas otras cosas de las que hablar”, dijo Pernovsek. El valle donde está la aldea. El excursionismo. El corte de troncos. El festival de salami solo para hombres. El festival del vino (para todos). Los festivales de cerveza y de pesca. Y, desde luego, el castillo.
“Pero no quiero hablar de política”, dijo Pernovsek. Hasta 2016, cuando Melania Trump comenzó a ser relevante en todo el mundo, no habría hecho el mismo comentario.
¿La torta? Sí, también se llama Melania.
En ese entonces, Sevnica era conocida como un centro industrial de menor importancia, donde se encuentran Kopitarna, una de las empresas de zapatos más antiguas de Eslovenia; Stilles, una empresa de muebles que suministra a hoteles internacionales, y Lisca, la empresa de lencería más grande del país.
Cuando Melania era niña, su madre, Amalija, trabajaba en una fábrica de ropa que ya está cerrada. Se dice que Viktor, su padre, vendía autopartes. Pocos residentes los recuerdan… ni siquiera Ocvirk, el alcalde, quien es un año mayor que la primera dama y asistió a la escuela primaria local al mismo tiempo que ella.
Melania se fue de Sevnica hace casi 30 años, primero a estudiar en Liubliana, a finales de la década de 1980, y unos años más tarde, a trabajar en Estados Unidos. Y no regresó públicamente a Sevnica, ni a ningún otro sitio en Eslovenia, desde que se convirtió en primera dama, y para la mayoría la conexión sigue siendo principalmente una oportunidad comercial.
Sevnica tiene alrededor de 5.000 habitantes (Getty Images)
En el restaurante Rondo, los comensales pueden probar una “hamburguesa presidencial”: el bollo tiene una rebanada crespa de queso frito que luce convincentemente similar al cabello del presidente Donald Trump.
No obstante, no todos los miembros del personal comparten la misma emoción por todo lo relacionado con Donald y Melania. “Creo que en el momento en que resultó electo, la gente estaba emocionada, pero ahora ya se acabó la novedad”, dijo Mia Podlesnik, una joven mesera en Rondo. “No creo que casarse con alguien sea un verdadero logro”.
Patrick Kingsley / The New York Times
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