Alejandro Escovedo: conmovedora humanidad

Alejandro Escovedo: conmovedora humanidad

A no ser que acudamos a sus rasgos amerindios, o a la hondura de un cancionero que se remonta a los setenta, cuesta entender por qué Alejandro Escovedo no es figura más reconocida. Ha contado con ilustres productores (John Cale, Tony Visconti) y el mismo Springsteen, con quien compartió representante, le admira. Indudablemente, se le quiere: en 2003, cuando la hepatitis C le dio ultimátum, un álbum de sus canciones interpretadas por artistas afines sufragó el tratamiento que le salvó la vida. Lucinda Williams o Steve Earle, entre otros, se mojaron por quien les había tocado muy dentro. ‘’Están los autores que cantan sus canciones, y luego están las canciones que cantan a sus autores’’, le define Lenny Kaye, también presente en aquel tributo de emergencia.

Artista: Alejandro Escovedo

Disco: The Crossing

Sello: Yep Roc-Popstock!

Calificación: 7 sobre 10

Alejandro Escovedo fue el séptimo de 12 hermanos en una familia de músicos, hijos de un inmigrante mexicano que sufrió la discriminación racial pese a haber servido en la segunda guerra mundial. En California, participa en la emergente escena punk tocando la guitarra con The Nuns. En Nueva York, asiste a la fundación de Rank & File, banda que ya en los ochenta reivindica las raíces de la música norteamericana. Rastreando sus orígenes ancestrales se instala finalmente en Austin, donde vuelve a intentarlo con True Believers. No se decidirá a grabar discos a su nombre hasta entrados los noventa, obras de vibrante raigambre rock cuyas canciones condimenta con sabores fronterizos y esa inasible tristeza que desprendía el maldito Townes Van Zandt.

Su duodécimo trabajo de estudio narra la historia de dos jóvenes inmigrantes que, en una América ‘’enferma’’ e irreconocible como tierra prometida, buscan respuesta a su confusión identitaria en la cultura punk. Grabado en Italia con la ayuda en composición y arreglos de la banda local Don Antonio, The Crossing discurre cual epopeya de amplísimos horizontes donde conciliar la herencia de la sangre —Texas is my Mother, Río Navidad o esa Outlaw for You de acentos tex-mex— con la pegada del rock más corajudo. Le respaldan históricos guitarristas: James Williamson de Stooges en Teenage luggage, Wayne Kramer de MC5 en Sonica USA. Y su probada intuición melódica equilibra ambas vertientes en Something Blue, o en el dúo con el británico Peter Perrett Waiting for me.

Escovedo sabe de lo que habla: ha vivido la humillación de verse obligado a acceder a un club donde actuaba por la puerta trasera, pues en la entrada le confundían con otro lavaplatos chicano. Pero estas canciones se niegan a dejar que el resentimiento gane la partida. Las firma quien ha sentido ese trivial racismo que se padece en silencio. Alguien dispuesto a saldar sus deudas, como en las baladas de Joe Ely, Silver City y la final The Crossing, interpretadas junto al legendario cantautor tejano. Una hora de conmovedora humanidad, trasquilada pero luchadora, entretejida por tonadas e historias que testimonian lo que vivieron, y viven, sus hermanos de raza. No podía llegar en momento más oportuno.

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