"A Very English Scandal", la serie de un amor prohibido
“No dejes que nadie te diga que pares. Nunca”, aconseja Jeremy Thorpe, miembro del Parlamento Británico y figura prominente del Partido Liberal. Y el joven peón de caballeriza Norman Josiffe tiembla con los labios abiertos en la campiña inglesa, en 1961: “¿Qué tipo de montura desearía, señor?”. El político que encarna Hugh Grant en A Very English Scandal responde sonriendo: “La montura que sea más apropiada para mí”.
Esto no es un spoiler de un amor furtivo que se trasladará a Londres. Es una de las escenas iniciales más promocionadas de A Very English Scandal, la prestigiosa miniserie de la BBC que emitirá sus tres episodios el domingo 10 de marzo a las 20, por AMC (de corrido, y luego cada lunes a las 22). También estará disponible en Flow y en Canal 1 HD de Cablevisión. ¿Qué es lo que atrapa, con tono tragicómico y lejana ternura, en este escándalo tan inglés que derivó en una conspiración por asesinato? Que sus hechos sucedieron: es el secreto vínculo erótico entre Thorpe (Grant, siempre de traje y corbata) y el inestable Josiffe (Ben Whishaw, el mismo de El regreso de Mary Poppins), en esos raros días de los años ’60 en que ser gay aún era un delito en Inglaterra.
Habrá una cadena de hechos que irán del sexo al desamor, a la obsesión mutua y a decisiones absurdas o ilógicas. Y al terror del político -con el rostro de Hugh Grant- de ser descubierto. Pero no hay que acelerar los hechos. Stephen Frears, el icónico director inglés, dosifica con maestría y humor la tensión en A Very English Scandal, basada en el libro de no-ficción de John Preston. Son menos de tres horas de maestría actoral, con brumosos modales ingleses hasta para celebrar: Grant fue nominado a varios premios; entre ellos, como Mejor Actor Protagónico en Miniserie a los Globo de Oro del 6 de enero.
Un gay orgulloso. Un momento de la miniserie "A Very English Scandal", basada en hechos reales.
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Pero fue Whishaw el que ganó, allí, como Mejor Actor de Reparto. Y el 13 de enero triunfó de nuevo en los Premios de la Crítica de Televisión. Es él -cerca o lejos de Grant- el que magnetiza con sus gestos, sus llantos y su efímero pudor. “Joven Norman, si alguna vez vas a Londres, ¿por qué no me contactás? Debo seguir trotando”, se despide Thorpe. Dos escenas (y varios meses después) ya se besan a escondidas, por la noche, junto al Río Támesis y al Tower Bridge. “Sos mi pequeño conejito”, incita el liberal inglés, siguiendo los juegos del guión de Russell T. Davies, en el primero de estos tres episodios de 56 minutos.
En el Palacio de Westminster aumenta el prestigio y el poder de Thorpe, quien en 1967 se convertirá en el hombre más joven en liderar un partido político británico en más de un siglo. Pero la homosexualidad será despenalizada recién ese año y el personaje de Grant, como buen liberal, también es un pragmático: no se quiere arriesgar. “Si hablara con un periodista, Norman me destruiría a mí, a mi familia y al partido. Algo hay que hacer”, le dice a su confidente y compañero parlamentario Peter Bessell (Alex Jennings).
Lo peor que imagina Thorpe no tardará en llegar en este escándalo tan inglés: este amor prohibido (y despechado) se conocerá en Scotland Yard y hasta en el servicio de inteligencia MI5. “¡Jeremy Thorpe era mi empleador y mi amante!”, grita Josiffe, pero las influencias operan bien en Londres y el expediente va a ser cajoneado. El vestuario y los peinados muestran la paulatina liberación social y sexual entre los ’60 y los ’70, pero en el Palacio de Westminster, en sus almuerzos con sus colegas, o ya casado con una mujer -y con un hijo-, Thorpe no perderá su rictus y su peinado con raya al costado.
Secretos y mentiras. Lo que muestra la miniserie británica "A Very English Scandal".
Hasta que Josiffe comience sus amenazas y sus reclamos telefónicos. “¡Quiero mi Número de Seguro Social! Sino, no existo para el sistema y no puedo trabajar”. Un teórico del cine diría que este objeto narrativo (el seguro social, recurrente en A Very English Scandal) es lo que Alfred Hitchcock bautizó como el “mcguffin”: un elemento que hace avanzar la acción aunque no tenga relevancia en sí en la trama. Es el anzuelo que ligará los desequilibrios emocionales del ex amante de Thorpe con los sinsentidos para que el affaire no salga a la luz. Hasta que un hecho criminal desatará en 1976 el “escándalo de Jeremy Thorpe”.
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Es increíble a lo que se recurre para silenciar. “¡Necesito mi Número de Seguro Social!”, imploró Josiffe varias veces, por teléfono. Del otro lado de la línea, el liberal impasible ascendía en el Parlamento, en el Partido y en el poder nacional, esquivando los rumores de sus enemigos. Si bien la miniserie se estrenó en mayo de 2018 en la señal BBC One (de Inglaterra) y aquí estuvo disponible el 29 de junio en Amazon Prime Video, A Very English Scandal pasó algo inadvertida en Argentina, entre la vasta oferta de series en cable y para ver on-demand, mes a mes.
Pero hizo bastante ruido la reinvención serial de Grant. “Su papel es brillante y relanza su carrera. ¿Cómo no lo nominaron a los Premios Emmy?”, titularon varios medios, de cara a la entrega del 17 de septiembre de 2018. “Si algo tan terrible sobre mí se supiera…”, dice Thorpe, rompiendo cartas comprometedoras. No deja de ser un guiño irónico (bien británico) al escándalo que el mismo Grant protagonizó en 1995. Cuando fue descubierto, en su auto, en pleno sexo oral que le practicaba la prostituta Divine Brown. Había pasado un año del filme Cuatro bodas y un funeral, y el actor declaró: “Supongo que el contraste entre esa persona y mi comportamiento sucio era una historia muy jugosa”.
Político en apuros. El rol de Hugh Grant en "A Very English Scandal".
Pero A Very English Scandal no puso a Grant al frente para que los espectadores más cínicos hallen paralelismos entre él y Thorpe, de la mano de los paparazzis. Esta producción de la BBC cuenta las vidas simultáneas del líder del Partido Liberal y de Josiffe, que cambia su nombre por el de Norman Scott. Se vuelve cada vez más pobre (y con súbitos accesos de llanto), pero no teme revelar lo que vivió. ¿Cómo responderán el establishment inglés y los súbditos de la Reina? Y la Justicia, ¿a quién va a condenar? Entre el segundo y el tercer episodio, el in crescendo dramático no le haría perder tus toques cómicos, si no fuera porque lo que se destapó en 1976 ocurrió en la realidad: Thorpe quiso eliminar a Scott.
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Habrá intrigas partidarias, pisos serruchados, cómplices, y hasta un abogado atroz a la orden. Nada debía alterar el sistema de Thorpe. No es casual que esta ficción también elija dialogar con el conflicto actual del Brexit: la salida de la Unión Europea, a la que el Reino Unido ingresó en 1973. ¿Será éste el auténtico escándalo inglés que flota como bruma en la miniserie de Stephen Frears?
Esto dice Thorpe en una de las escenas, en plena sesión de la Cámara de los Comunes, en 1967: “Entrar en el Mercado Común Europeo es una gran oportunidad para los banqueros, los hombres de negocios y los honestos trabajadores del país. Europa representa un nuevo y audaz horizonte”. Pero ya se insinúa la tragedia entre ambos, que explotará con los años. Cuando el amor deje paso a las culpas y uno diga acerca del otro: “Me hizo víctima de su lujuria y de sus apetitos. O se hunde él, o me hundo yo”.