Las series de televisión ya no hablan solo madrileño
Hace una década todas las series españolas transcurrían en Madrid. Los personajes hablaban como se suele hablar en el centro de España —excepto los que definían su identidad por su acento andaluz, catalán, gallego, maño o de algún país latinoamericano— y los actores se entrenaban para eliminar cualquier entonación que se saliera del canon. Un canon que también se imponía a los presentadores de televisión o locutores de radio. Pero la producción audiovisual ha dado un vuelco y la diversidad (cultural, étnica, geográfica, funcional) se está abriendo paso en las pantallas, en paralelo al avance que experimenta la sociedad en este sentido.
La diversidad de localizaciones (el barrio ceutí de El Príncipe, la Almería de Mar de plástico, el entorno del narco en Galicia en Fariña y Vivir sin permiso) es hoy un elemento que hace más atractiva una ficción audiovisual. Pero eso ha traído consigo un dilema cuya resolución, sea la que sea, casi siempre resulta polémica: ¿debe adoptarse el acento de esos lugares o mantener la pronunciación neutra? Y si se decide lo primero, ¿es mejor que lo hagan actores originarios de la zona como en Fariña? Las últimas críticas han caído sobre Brigada Costa del Sol, un policiaco ambientado en Málaga estrenado el pasado lunes en Telecinco, por el “forzado” acento andaluz de algunos de sus intérpretes. El protagonista, Hugo Silva, respondió en su perfil de Twitter: “No voy a negar que tenía reparos (…) Sabía que era delicado. Pero también pienso que es peor quedarte a medias cuando tienes un reto como este”.
Javier Rey, en 'Fariña'.
La decisión no es fácil y depende de muchos factores. “La pregunta existió desde el principio. Concluimos que debíamos arriesgarnos, incorporar el acento porque forma parte de la idiosincrasia del lugar, pero eso no significa que tengas que contratar a actores de la zona. Elegimos a los intérpretes por su valor artístico, no por su procedencia. A partir de ahí, cada uno ha trabajado el acento hasta donde se ha sentido cómodo, sin forzar. Esto es una ficción y no tiene que ser del todo naturalista”, explica Pablo Barrera, uno de los creadores de Brigada Costa del Sol. “Puestos a ser puristas, Fariña no tendría que haberse rodado en español con acento gallego, sino en gallego. En todo caso, lo importante es que por fin se está acabando con la idea de que todos los personajes deben hablar igual. En eso tuvo mucha culpa la tradición de doblarlo todo en este país: ese español correctísimo es el baremo que se nos ha impuesto”, añade Barrera.
A esta desacralización del español estándar han contribuido las plataformas de pago, especialmente Netflix, que han internacionalizado la producción y el visionado de series. El acento brasileño del actor Wagner Moura, que interpretaba al colombiano Pablo Escobar en Narcos, no impidió su éxito. Alea Media, creadora de Vivir sin permiso (ambientada en Galicia) y que prepara ahora Patria (basada en la novela de Fernando Aramburu sobre ETA), tomó decisiones distintas para cada título porque el primero se emitió en una cadena generalista y la segunda se verá en una plataforma. “En Vivir sin permiso primamos la elección de actores con gancho como José Coronado y preferimos no forzar el gallego. Patria es distinta: se verá en una plataforma y además la forma de hablar está muy marcada en el libro. Serán todos actores vascos”, apunta Iñaki González, director de Desarrollo de Alea Media.
Jose Coronado, protagonista de 'Vivir sin permiso'.
En el fondo, también en esto, todo es cuestión de dinero. Pedro Casablanc, que en 2015 protagonizó Mar de plástico con deje andaluz, recuerda que la cuestión del acento no estaba clara cuando empezó el rodaje. “A veces depende de la voluntad de cada actor. No tenemos ni la tradición ni el presupuesto para ensayar bien un acento. Yo he trabajado en producciones americanas con un coach (entrenador) de acento pegado a mí. Allí lo tienen asumido”, recuerda Casablanc.
No hay todavía muchos coach de este tipo en España. Isabel Pastor es de las pocas porque no hay mucha demanda. “Y la que hay es sobre todo para trabajar acento estándar. A la inversa, suele venir más bien del cine, que trabaja con más tiempo”, apunta. ¿Se puede conseguir un resultado perfecto? “Depende de la capacidad de juego de cada actor. Un buen ejemplo es Javier Bardem en Mar adentro: su transformación pasaba por su voz”, responde Pastor.
El teatro parece más poroso a los acentos. No cuando se trata de obras clásicas en verso, que tienen sus propias reglas de dicción, pero no es raro ver mezclas de acentos. La argentina Fernanda Orazi, afincada en Madrid, ha llegado a interpretar a una madre de familia franquista sin eliminar su acento en la obra 40 años de paz, de Pablo Remón. “Al principio pensé que no encontraría trabajo por mi acento, pero no me veía cambiándolo, mi manera de actuar está ligada a mi forma de hablar. Por eso me llaman, de hecho”, cuenta Orazi.
Vicente Fuentes, asesor de verso de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y maestro de voz de varias generaciones de actores, advierte que más allá de los acentos existe un problema de vocalización en el cine y la televisión españoles. “Los directores se empeñan en que todo sea lo más natural posible. Pero es que el habla escénica no es natural porque parte de de un texto escrito. Hace falta más formación y trabajo de voz. El acento, cualquier acento, es el resultado de un impulso corpóreo, una forma de ver el mundo”, resume Fuentes.