"La sobrevida mejoró, pero persisten las desigualdades", advierte un referente en epidemiología del cáncer

"La sobrevida mejoró, pero persisten las desigualdades", advierte un referente en epidemiología del cáncer

Coleman dirige hace tres décadas el mayor programa de vigilancia de supervivencia del cáncer a nivel global. (Foto: LSHTM)

Cada vez más personas continúan con vida años después de haber sido diagnosticadas de cáncer, pero esa mejora todavía se expresa en forma desigual entre países y entre tipos de tumores, según los últimos resultados del mayor estudio de vigilancia global de la supervivencia del cáncer, presentados este año. El epidemiólogo británico Michel Coleman es uno de los autores principales del trabajo que recoge datos de 37,5 millones de pacientes de 71 países (Argentina incluida), sobre 18 tipos de cáncer. Referente internacional en la materia, dialogó con Clarín en su reciente paso por el país, donde fue el invitado destacado de la jornada “Diálogos democráticos sobre la problemática del cáncer”, organizada por la Academia Nacional de Medicina.

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Coleman es profesor de Epidemiología y Estadísticas Vitales en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, institución que dirige desde hace tres décadas el programa Concord, que ya va por su tercera actualización de datos. Trabajó en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) en Lyon y fue jefe del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Reino Unido sobre la Clasificación de Enfermedades, entre otros cargos, que estuvieron marcados siempre por su interés en las tendencias y desigualdades en la incidencia, mortalidad y supervivencia del cáncer y en cómo usar ese conocimiento para mejorar las políticas de salud pública orientadas al control de la enfermedad.

—¿Cuánto cambió el abordaje del cáncer y el pronóstico en general de los pacientes en los últimos años?

—Nosotros hemos estudiado la sobrevida en Inglaterra y en el Reino Unido por más de 40 años. A nivel internacional, desde fines de los 80. La sobrevida mejoró. Las mejoras han sido desiguales entre países y entre tipos de cáncer. Para algunos cánceres, como el cáncer testicular en los hombres, o el melanoma -particularmente en las mujeres- la sobrevida es muy alta ahora. Pero hay otros tipos de cáncer como el de páncreas, o el esofágico en los que la supervivencia es muy mala y no ha mejorado. Además, en algunos países la sobrevida mejoró mucho más que en otros. En Centro y Sudamérica, por ejemplo, ha habido mejoras notorias en cáncer de mama. Y en Brasil, la mejora de sobrevida para pacientes pediátricos con leucemia ha sido muy grande.

—¿A qué se debe que en algunos tipos de cáncer no haya habido avances?

—Hay varios motivos. El primero es que son difíciles de diagnosticar. En el cáncer de páncreas, de ovarios, de vesícula los síntomas son muy vagos, se pueden confundir con los de otras enfermedades, el diagnóstico es difícil de establecer y el tratamiento también. La tos, por ejemplo, es un síntoma muy común y puede deberse a una infección viral o bacteriana. Pero si alguien tiene una tos que persiste semana tras semana es diferente. Esa es la parte difícil de la atención primaria. Yo he sido médico de atención primaria. Y en esos casos uno debe estar alerta y no solamente examinar al paciente en una visita, se necesitan varias. Hay guías clínicas que ayudan a decidir cuándo se requiere evaluar más.

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El Concord-3 mostró, no obstante, que las tendencias de supervivencia están en aumento, incluso para los cánceres más letales. En lo relativo a Argentina, reveló, entre otros datos, que durante el período analizado (2000-2014) la supervivencia a cinco años en pacientes con cáncer de mama creció de 82,3% al 84,4%, y pasó de 83,5% a 87,6% en los pacientes con cáncer de próstata. Los datos más alentadores provinieron de los más chicos: en los cánceres infantiles se elevó de 65% a 76,1%.

A nivel global, el megaestudio desnudó profundas desigualdades. Mientras que en Estados Unidos, el 90,2% de las mujeres continúan con vida cinco años después del diagnóstico de cáncer de mama, sólo el 66% de las que transitan la enfermedad en India corren esa suerte. Coleman y sus colegas advirtieron que “el acceso desigual al tratamiento es inaceptable” y que el costo creciente y la complejidad del tratamiento podrían requerir un cambio en las políticas contra el cáncer.

“El cáncer necesita tener mayor prioridad en las agendas políticas: la población mundial está envejeciendo cada vez más, cada vez hay más población; y, en países como China, por ejemplo, el riesgo de cáncer para cierta franja etaria está aumentando. Esto tiene que ver en parte con el tabaquismo”, dijo a Clarín.

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—Las desigualdades en Argentina se expresan en el interior mismo del país. ¿Un plan nacional contra el cáncer, que homogeinice educación, métodos de screening, tratamiento y cuidados paliativos podría ayudar a reducirlas?

—Totalmente. Debería ser el objetivo de los gobiernos reducir las desigualdades en los riesgos de la enfermedad y también en los resultados. Los gobiernos pueden cambiar la concientización de la población, por ejemplo en los síntomas que pueden sugerir cáncer.

—Pese a que es uno de los más fáciles de prevenir, en Argentina el cáncer de colon produce 13.000 casos nuevos al año y más de 7.000 muertes, es el segundo en incidencia. Mientras que el cáncer de cuello de útero, también altamente prevenible, produce 5000 nuevos casos anuales y 2000 muertes. ¿Cómo se explica? ¿Qué hay para mejorar?

—Es un problema de salud pública. Conocemos los factores de riesgo para el cáncer colorrectal y el cervical y se pueden modificar, sabemos qué hay que hacer. Para el de colon, hacer actividad física, evitar la obesidad, llevar una dieta equilibrada. En el cervical tenemos que evitar la infección por Virus de Papiloma Humano (VPH). Y en ambos hacer tamizaje, hacer screening. Con el cáncer cervical, tenemos dos abordajes: con la prevención primaria queremos evitar la exposición al riesgo. Como sabemos que el factor de riesgo más importante es la infección por VPH, un virus de transmisión sexual, necesitamos vacunación en mujeres y varones antes de que comiencen la actividad sexual y así evitamos la exposición y reducimos el riesgo de cáncer. No obstante, la mayoría de las mujeres con VPH no desarrollan cáncer de cuello de útero. Pero hay que tamizarlas, monitorearlas a través del Pap. El tamizaje es prevención secundaria, el uso de tests para detectar la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas, lo que posibilita tratar eficientemente.

—Entre 30% y 50% de los cánceres se podrían evitar. Y las estadísticas indican que un tercio de las muertes se debe a factores conductuales y dietéticos (obesidad, bajo consumo de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y alcohol). ¿Modificar esos aspectos es sólo una responsabilidad individual o faltan acciones desde el Estado?

—Sí y no. Si voy a la playa y me siento todo el día a tomar sol, el melanoma lo puedo llegar a tener de acá a 20 años y es algo que podría haber evitado. Pero hay actividades que no son de mi responsabilidad únicamente. Si yo fumo regularmente, pese a que sé que no lo tengo que hacer, el cigarrillo es adictivo. Muchos fumadores querrían dejar de fumar, pero es una adicción, como las drogas. En este contexto, los gobiernos tienen la responsabilidad de tratar de evitar que la gente fume, porque es una enfermedad de origen social y se necesita una respuesta social también. Los gobiernos sensatos tienen mecanismos para evitar que la gente fume, como elevar los costos, incluir advertencias en los paquetes. Lo mismo aplica a la alimentación, uno es responsable de lo que cocina para su familia, pero está limitado por lo que consigue en el supermercado o en el almacén y el gobierno puede ayudar a que uno elija un alimento y no otro. Como miembro de la sociedad y como votante uno querría que el gobierno actúe de esta manera, entonces es un círculo virtuoso.

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Varios factores vienen impulsando el aumento de la supervivencia: el mayor conocimiento de la enfermedad, las mejoras en los métodos diagnósticos y las mejoras en el tratamiento (desde las herramientas más tradicionales, como la cirugía, quimioterapia y rayos, hasta los avances en inmunoterapia, terapias dirigidas y medicina personalizada).

—Pero ¿en prevención estamos mejor?

—Si te referís a la sociedad no, realmente no. Hace 60 o 70 años aprendimos que fumar provoca cáncer de pulmón y otros cánceres y sin embargo hay millones de fumadores.

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