El sueño de una televisión mundial recae en España
Es la convergencia, en tiempo y en el espacio, de dos historias que en realidad van en dirección opuesta. Netflix, el gigante del streaming, con 139 millones de suscriptores en 190 países, busca consolidar su éxito internacional y España le sirve de puerto de acceso a los mercados europeo e hispanohablante a la vez (la Unión Europea obliga desde diciembre a las multinacionales audiovisuales a que 30% de su contenido sea europeo).
Mediapro, por el contrario, pretende lanzarse de España al mundo. The Mediapro Studio es un órdago de 200 millones de euros que ocupará 11 de las oficinas que el grupo tiene en 53 países, y que ya está preparando 34 series nuevas con 165 guionistas y 126 directores, entre ellos David Simon (The Wire, Treme), quien prepara una gran producción sobre las brigadas Lincoln. Esto a sumar a proyectos cinematográficos como la nueva película de Woody Allen y las series que absorberán de Mediapro, las cuales hoy pueden verse en HBO, Disney, Vice, Fox y Amazon Prime Video. En total son 200 títulos de ficción, a sumar a los 27 programas de entretenimiento, que también pasan ahora a manos de este monstruo financiado por los beneficios (1.650 millones de euros en 2017) que la casa ha sacado comercializando sus derechos de fútbol.
Pero algo revela el cruce de estos dos gigantes. Primero, que en este mundo donde todavía no se conoce el límite de la demanda por la ficción televisiva, solo quien produzca más y más rápido vivirá para contarlo. Y segundo: quien quiera reinar, tendrá que pasar por España.
Solo esto último, sobre la ya incontestable importancia de nuestro país, productor de hitos internacionales como La casa de papel y Élite (en Netfllix) o Vis a vis (Mediapro), es una buena noticia sin peros. “En la industria solo podemos recibir bien estos titulares”, explica al teléfono el productor Enrique López Lavigne, quien trabaja a la vez con Movistar + (Vergüenza) y Netflix (Paquita Salas). “Las plataformas han traducido las necesidades de un cambio de consumo y elegido España como terreno de experimentación y desarrollo”.
Esta bonanza tiene mil caras. Una de ellas es la de Abril Zamora, actriz y guionista que lleva años encadenando proyectos: de actuar en Vis a vis a producir su propia serie para Telecinco, Señoras del (h)Ampa, a escribir la segunda temporada de Élite. Y aún prepara dos proyectos más. “En un año, he escrito junto a un socio 13 capítulos de 70 minutos [la serie de Telecinco] minutos, a estar en un equipo de cinco guionistas para ocho capítulos de 50 [la de Netflix]. Ahora mismo conviven muchos modelos de producción”.
Producir aquí no significa ya quedarse en nuestras fronteras. The Mediapro Studio estrena un modelo de producción en el que busca aliarse con socios internacionales desde el principio de los proyectos, en lugar de vender lo que ya esté rodado con dinero de las cadenas, como se venía haciendo hasta ahora.
Luego están los peros. España está entrando de lleno en los ritmos y las proporciones de la primera línea de la televisión, un paraíso de productoras solventes y ofertas de empleo, pero es precisamente ahí donde las cosas están menos claras. El modelo de producir cada vez más contenido, más rápido ante un espectador cada vez más abrumado no puede durar para siempre. Eso era un problema exclusivamente estadounidense que cada vez tenemos más cerca.
“No creo que la llamada burbuja del contenido explote a corto plazo, pero nos estamos yendo por el camino americano con todas sus consecuencias”, cuenta Elena Neira, autora del libro La otra pantalla, redes sociales, móviles y la nueva televisión (UOC). “Y allí empiezan a estar totalmente saturados con tantas plataformas, que dentro de poco no podremos pagar porque son demasiadas, y con tanto contenido. Es más difícil cada día que el espectador sepa de la existencia de una serie. Piensa que Juego de tronos o Stranger Things, por poner dos ejemplos de fenómenos mundiales, tienen detrás campañas de marketing enormes”.
“Se han activado muchas plataformas al mismo tiempo, hay una mayor competencia, vivimos días de noticias diarias de exclusividades y contenidos que se aceleran de una manera salvaje”, resume López Lavigne. “Llegará un momento en el que el mercado regule estas necesidades. Y aterrizaremos en una nueva normalidad”.