"El marginal 2": radiografía de El Sapo
En la etapa de los palotes de lo que sería el personaje, se hablaba de él -durante las reuniones de producción- como El Sapo. Era una denominación coloquial. Un modo de llamar internamente a esa figura inspirada en una de las tantas criaturas de La guerra de las Galaxias. “Lo pensamos como alguien despótico y temible, de gran contextura física, que se moviera como un viejo rey al que los vasallos debían llevar”, comparte Guillermo Salmerón, uno de los autores de El marginal 2 (martes a las 22, por Canal 7). Habla del preso al que Roly Serrano le presta el cuerpo y le entrega todo su talento actoral para que El Sapo, como finalmente se lo conoce en el Penal de San Onofre (y en los libros), se impusiera en pantalla.
En este temporada, El Sapo maneja los hilos de la prisión. Su principal enemigo es Mario Borges (Claudio Rissi).
Pensada como una precuela de El marginal -estrenada en 2016-, esta nueva temporada de la ficción de Underground pone el foco tres años antes, en épocas en las que el líder tras las rejas era El Sapo. En la temporada uno, El Sapo no existía y la coronita ya estaba en poder de Mario Borges (Claudio Rissi). Ahora, ellos son rivales, pero Marito espera en el patio (una suerte de clase turista dentro de la cárcel), mientras que el otro reina a su antojo en el pabellón.
Como sucede en la mayoría de las historias producidas por Sebastián Ortega, aquí tampoco el malo es absolutamente villano, ni el bueno, un pan de Dios. Claro que razones le sobran a este personaje (en una magistral composición de Serrano) para estar encarcelado, tanto como matices. Por eso se lo ha visto desgranar dosis de ternura en el vínculo con su hija, durante algunas escenas en las que complejidad humana se metió de lleno en la ficción.
En la fiesta de 15 de su hija, que El Sapo organizó dentro de la cárcel. Y terminó en tragedia.
“El Sapo es un líder cruel, mucho más que Borges. Pero para poder mostrarlo en toda su dimensión también quisimos que se le viera algún rasgo familiero”, comenta Salmerón, coautor de la serie junto a Silvina Olschansky.
Cuando El marginal 2 -que el 28 de septiembre estará disponible en Netflix- todavía era un sueño, ellos pincelaron lo que sería El Sapo con un puñado de palabras (volcadas en un borrador que comparten con Clarín) que explican esa monstruosidad que toma por asalto la pantalla. Aquí, en exclusiva, la construcción del personaje, en un boceto que los guionistas le acercaron al actor:
- El Sapo está al frente de San Onofre hace mucho tiempo, antes de la llegada de Antín (Gerardo Romano) a la dirección del penal. El Sapo mueve los hilos a su antojo, como si los demás fueran marionetas, a la vez que él mismo debe ser movido como por hilos, como otra marioneta. Es que sufre una obesidad mórbida que lo tiene prácticamente postrado en un sillón. El sillón está sobre un pallet con ruedas y sus subalternos lo trasladan de un lugar a otro. Para ellos se ha convertido en una situación tan cotidiana que la ven como normal, pero la imagen es imponente.
-Vive en el pabellón que en la temporada 1 ocupaba la banda de Borges. Su segundo es Crema (que finalmente pasó a llamarse Pantera), su mano derecha y brazo armado. El resto de los presos en su pabellón son servicio doméstico. Hasta tiene dos que lo apantallan si tiene calor. Es un personaje llevado al extremo, un hombre que se subió al caballo y se fue cebando hasta pasar todos los límites del decoro.
-Pero así como es algo ridículo en sus extravagancias, es un déspota para manejar el penal. Por eso nadie puede hacerle frente. Apenas alguien levanta cabeza, El Sapo se la corta. Es su forma de gobernar, mediante el terror, un verdadero dictador.
-Tiene familia afuera del penal, que lo visita. Todos a su alrededor le tienen gran respeto, nadie se anima a contradecirlo. En sus años mozos, El Sapo tuvo una relación con Rita (Verónica Llinás), la asistente social. Pero ahora sólo le queda el amor de los suyos. Es el típico capomafia que dice dar la vida por su familia, pero en realidad no llega a tener una relación íntima y real con nadie pues todos le temen.
La contextura física es clave en la composición del personaje: se adueña de la pantalla.
-Es capaz de cancelar todas las visitas del día para ambientar la sala de visitas de San Onofre como salón de cumpleaños para la fiesta de 15 de su hija. Y cuando Antín le pide que "afloje" con algún negocio ilegal porque tiene demasiada presión de sus superiores, el Sapo se niega y se limita a pagarle su tajada, como si Antín fuera su empleado.
-Sufre enfermedades crónicas debido a su obesidad: diabetes, hipertensión, problemas cardíacos. Cuando se entera de que hay un médico entre la población carcelaria (Patricio, interpretado por Esteban Lamothe), lo toma como su doctor personal, porque no confía en los enfermeros del servicio penitenciario. Teme que puedan envenenarlo. El Sapo le ofrecerá a Patricio vivir en su pabellón, pero Patricio rechazará la oferta. Eso despertará el resentimiento en el Sapo, que no está acostumbrado a que la gente de su entorno lo rechace o no lo venere.
-Cría palomas mensajeras en San Onofre y siente un profundo amor por ellas. Las usa para meter droga que después vende en el penal, pero vive fascinado con esas aves. Cuando las palomas aparezcan muertas, el Sapo desatará su tiranía y psicopatía. Ordenará que rueden cabezas hasta castigar a los responsables, lo que terminará en una masacre carcelaria.