“Algunas de mis primeras letras me parecen ridículas”
En cuanto la conversación se sale de lo puramente musical o artístico, su postura es clara: “Tengo un hijo de dos años, y a veces le miro y le digo: ‘Lo siento, tío. Te he hecho una putada trayéndote a este mundo”. David Martínez, Rayden, nació en Alcalá de Henares hace 33 años. Es uno de los cantantes de rap con más proyección de nuestro país y no, no es pesimista. Pero el éxito no le ha cegado, sino que le ha vuelto aún más crítico.
El encuentro tiene lugar durante una prueba de sonido del escenario San Miguel R0,0M, en el auditorio de Gymage (Plaza de la Luna, 4), que alojará diversos eventos artísticos gratuitos, entre ellos el que dirigirá el propio Rayden: Enreversados (30 de octubre), donde una serie de poetas confrontarán su ingenio, a partir de una temática dada, en verso libre o rimado. También recitado. El alcalaíno viene aquí en su condición de poeta, que ya mostró en libros como Herido diario (Mueve tu lengua).
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Su último año, en cualquier caso, ha sido netamente musical: fichó con Warner Music para grabar Antónimo, un disco arriesgado pues revienta las hechuras del rap. Hay más instrumentación, más pop, menos crudeza. “Más música, en definitiva”, explica el artista. Ha estado en el número uno de las listas de ventas, y en su gira —a punto de acabar a falta de un último bolo en Londres— ha colgado el cartel de “entradas agotadas” en muchas ciudades.
También le ha servido para meter la cabeza en festivales de todo pelaje: “Cuando me llamaron del Sonorama o del Granada Sound me sentí como un conejillo de Indias. Pero mis conciertos se llenaron, y las críticas me pusieron entre lo mejor del cartel. No puedo estar más satisfecho”, reconoce.
Ese giro en su carrera, que incluye una colaboración con Leiva o tocar junto a Vetusta Morla e Iván Ferreiro ante el Guernica, de Picasso, le ha valido algunas críticas de los sectores más puristas. “Ya me da igual. No quiero pecar de intenso, pero cuando haces algo sincero, te podrán criticar por mil cosas, pero al final, con quien te acuestas es contigo mismo. Hago música y he evolucionado. No sé qué haré con 50 ó 60 años. Cuando escucho algunas de mis primeras letras, a veces me parecen ridículas”.
Aunque su música se haya suavizado y tire más de metáforas que otros compañeros de estilo, el mensaje de Rayden sigue siendo combativo. Tal vez, desde que ha sido padre, más que nunca. El panorama actual no le gusta un pelo: “Lo de Vox aún me tiene alucinado. Dicen que quieren capar o destruir cualquier tipo de asociación que pueda destruir la unidad de España, e incluyen a las que acogen a refugiados, o rescatan a migrantes en el mar. Y quieren dar prioridad máxima a las familias numerosas que parten de un hombre y una mujer, haciendo sentir a los homosexuales personas de segunda categoría. Son mensajes claramente homófonos y xenófobos, y lo peor es que tengo amigos de izquierda que ni siquiera se están dando cuenta”. También le preocupan casos como el de Valtonyc, condenado a cárcel por las letras de sus canciones: “La libertad de expresión tiene los días contados como sigamos esta senda peligrosa”.
No solo transmite su disconformidad con sus letras. Recientemente, estuvo en el Parlamento Europeo para hablar sobre las consecuencias del discurso del odio. “Les dije que ellos eran los primeros que le sacan réditos, fueran europarlamentarios del PSOE o del PP. Por ejemplo, cuando dicen que acoger refugiados puede provocar un efecto llamada. No se enteran de nada. Son gente opaca e impermeable”. Le ofrecieron pasar el día entero en Bruselas, pero no tuvo estómago: “Me volví en el primer avión que pude”.